viernes, 20 de junio de 2014

Sobre Julio Cortázar



Razones pedagógicas:
En mi proyecto de cátedra para la Perspectiva Filosófico- Pedagógico-Didáctica de este 2014 he incluído en el Núcleo I, un texto de Julio Cortázar. Se trata del capítulo 99 de Rayuela. Por cierto que no es bibliografía de asignación obligatoria. Tiene carácter opcional, de modo que lo leerán sólo quienes tengan deseos y voluntad de hacerlo.
            Su presencia en un proyecto de cátedra de esta Perspectiva responde a algunas de mis convicciones.
            Hace un tiempo, leyendo el libro “La planificación  en la educación infantil” donde María Reneé Candia coordina la producción de varias autoras rosarinas, encontré una expresión que si alguna vez, en algún otro texto la leí, no la recuerdo. En la Introducción de esta obra, al caracterizar la planificación se lee entre otras afirmaciones: “tiene un autor que es el docente”
            En verdad, cuando los docentes planificamos no nos asumimos como autores, no nos sentimos como tales y sin embargo lo somos. Es en mi condición de autora de este proyecto para la Perspectiva Filosófico-Pedagógico-Didáctica, que he incluido a Cortázar.
            Sus destinatarios son estudiantes del Profesorado en Lengua y Literatura. En esa maravilla de la creación humana que es la literatura, se han escrito tantas páginas sobre educación, sus fundamentos, sus razones de ser, sobre las modalidades que adopta en diferentes contextos y siempre con esa cualidad sorprendente de ser vanguardia en sus textos.
 Por eso me parece válido que estos alumnos lean la educación no sólo desde la bibliografía específica, sino también desde su propia especialidad: la literatura. Hablamos, por supuesto, en términos de calidad literaria.
 Varios años antes que Pablo Pineau publique sus “Relatos de escuela” en esta misma cátedra, leíamos a Leopoldo Marechal en los relatos de las alternativas de Adán Buenosayres como maestro... para citar sólo un ejemplo.
            Siendo la literatura testimonio de un contexto histórico y siendo también la educación expresión y producto de cada uno de esos contextos, conjugarlos puede ser una manera de ampliar la comprensión y de abonar las concepciones sobre la realidad como integración, evitando la parcialización de saberes.

Citas de autoridad académica:
Volviendo a los inicios de la posmodernidad es oportuno recordar  a Perez Tapia cuando en su libro “Claves humanistas para una educación democrática” dice: “ El Siglo XX se inauguró con un optimismo bastante ingenuo que, sin embargo pronto se vio quebrado por la I Guerra Mundial, una inusitada experiencia de irracionalidad y barbarie en la que de improviso se vio sumida la civilizada Europa. Los ideales ilustrados se vieron traumáticamente negados, incluida su radicalizada reformulación en las metas propugnadas por el movimiento obrero. Ese desmentido, por desgracia, aún fue haciéndose más rotundo con los acontecimientos que posteriormente jalonan la marcha de este siglo nuestro, el más violento en la historia de la humanidad.: regímenes totalitarios, barbarie nazi, II Guerra Mundial, enfrentamiento entre bloques, guerras de descolonización, millones de refugiados huyendo de sangrientos conflictos étnicos…”
            Para  1991 la editorial Libros del Quirquincho publica una traducción en castellano del libro de Dermeval Saviani “Educación: temas de actualidad”.
En su primer capìtulo dice: “la posmodernidad es algo que ya se va configurando a partir de la década de 1950; se trata, pues, de un fenómeno muy reciente, que se relaciona con el período de posguerra y que está centrado en el problema de la informática, es decir en una sociedad altamente automatizada, una sociedad de consumo de masas, referenciada por los medios de comunicación, por los signos; es, por lo tanto , un período en que los hombres se relacionan más con los símbolos que con la propia realidad. La posmodernidad lleva esta marca.”

Cortázar leyó su tiempo:
Hacia medidos del siglo XX el desencanto de la Modernidad, trae consigo a la posmodernidad que Dermeval Saviani sitúa, como hemos dicho, hacia 1950.
 Precisamente en 1951, a los 37 años, Cortázar fija su residencia definitiva en París. Es testigo de los albores de la posmodernidad, que expresa los residuos de las crueldades de la guerra, los replanteos existenciales, los cambios de las valoraciones acerca e la vida, las actitudes ante las variaciones económicos y políticos y sus ingerencias en la cotidianeidad de una humanidad que ha sido desvastada y trata de explicarse a sí misma en la manifestación de su desencanto.
En ese escenario escribe Rayuela y la publica en 1963: testimonio de una época.

                       Y dice a través de sus personajes:
En este capítulo 99 los personajes de Rayuela se encuentran analizando un libro cuyo autor se llama Morelli (otro personaje no presente en este capítulo) y surge la discusión acerca del lenguaje, si tiene o no el derecho de ser útil o es sólo un elemento decorativo y aparece la pregunta: “¿puede trascenderse o no el mero hecho estético?”
El autor (Morelli) ha cambiado su forma de escribir y se preguntan si es porque ya no tiene nada que decir. Sin embargo, dice Etienne (personaje que participa de la discusión), “y a pesar de los surrealistas que se colgaron de las palabras, en vez de despegarse brutalmente de ellas, como quisiera hacer Morelli desde la palabra misma, la creación de todo lenguaje muestra irrefutablemente la estructura humana…”( de cualquier ser humano, chino o piel roja ) “lenguaje quiere decir residencia en una realidad, vivencia en una realidad. (…) “Por eso hay que re-vivirlo, no re-animarlo.”
¿Hay que revivir el lenguaje porque está muerto? –La idea de muerte es un rasgo posmoderno: muerte de la historia, de las ideologías, del lenguaje. Revivir en cambio es una aspiración de la Modernidad.
Gregorovius (otro personaje presente) dice “no se puede revivir el lenguaje si no se empieza por intuir de otra manera casi todo lo que constituye nuestra realidad”. Esta otra manera de intuir la realidad tiene implícita la idea de racionalidad/Modernidad. Entender la realidad es una manifestación de racionalidad.
Hay una advertencia de Oliveria( otro personaje) “…si seguimos utilizando el lenguaje en su clave corriente, con sus finalidades corrientes, nos moriremos sin haber sabido el verdadero nombre del día”.
En el párrafo que sigue, Oliveira pone en discusión la poesía: “Hasta hace unos veinte años había la gran respuesta: la Poesía, ñata, la poesía. Te tapaban la boca con la gran palabra. Visión poética del mundo, conquista de una realidad poética. Pero después de la última guerra, te habrás dado cuenta de que se acabó. Quedan poetas, nadie lo niega, pero no los lee nadie”
Por supuesto se refiere a la segunda guerra mundial. Afirma tal este personaje en tiempos de crisis aguda de la Modernidad, en los albores de la Posmodernidad. Esta es una expresión que tipifica el llamado desencanto de la Modernidad.
Reconocen que algunos leen poesía pero que la realidad no es poética. Y seguidamente plantean una antinomia entre poesía y tecnología: “Créeme querido, desde el año cincuenta estamos en plena realidad tecnológica, por lo menos estadísticamente hablando.”
Cuando Perico (otro personaje que interviene en la discusión) dice:- “A mí se me importa un bledo la tecnología (…) Fray Luis, por ejemplo.” Inmediatamente le recuerdan que están en la década del ’50 y que debería leer los diarios. Destacan los cambios del mundo en los últimos veinte años.
Aparece luego un primer atisbo del manejo de la simultaneidad, en reemplazo de la secuencialidad y de la linealidad con que se venía haciendo literatura. Todos sabemos que en estas épocas de crisis de la Modernidad, la simultaneidad ha reemplazado a la secuencialidad en las estéticas contemporáneas y en las concepciones de tiempo y espacio. Veamos, cómo refiriéndose a Morelli, Etienne, dice:” Morelli es un artista que tiene una idea especial del arte, consistente más que nada en echar abajo las formas usuales, cosa corriente en todo buen artista. Por ejemplo le revienta la novela rollo chino. El libro que se lee del principio al final como un niño bueno. Ya te habrás fijado que cada vez le preocupa menos la ligazón de las partes, aquello de que una palabra trae la otra. Cuando leo a Morelli tengo la impresión de que busca una interacción menos mecánica.”
Tildan de viejo a Morelli, de olvidarse lo que ha escrito páginas atrás, por lo cual un relato puede comenzara a las seis de la tarde y terminar a las cinco y media. Califican de “un asco” esta alteración de la linealidad.
Cortázar pone en palabras de su personaje Oliveira claramente el desencanto de la Modernidad cuando dice: “…los criterios y su escala de valores están más bien liquidados y que el hombre, después de haberlo esperado todo de la inteligencia y el espíritu, se encuentra como traicionado, oscuramente consciente de que sus armas se han vuelto contra él, que la cultura, la civilità, lo han traído a este callejón sin salida donde la barbarie de la ciencia no es más que una reacción comprensible.”
En el diálogo entablado sobre cómo Morelli hace su literatura, ese “querer transgredir el hecho literario”, aparece el concepto de ruptura: “Lo que me gustaría saber es si esa ruptura que pretende Morelli, es decir la ruptura de eso que llamamos elemento expresivo para alcanzar mejor la cosa expresable, tiene verdaderamente algún valor a esta altura.
Probablemente no servirá para nada – dijo Oliveira- pero nos hace sentir un poco menos solos en este callejón sin salida al servicio de la Gran-Infatuación – Idealista- Realista- Espiritualista- Materialista del Occidente, S.R.L.”
Las visiones de soledad, de estar en un callejón sin salida, indican la ausencia de futuro, por lo cual hay que vivir hoy, propio de un planteo posmoderno. No olvidemos que más avanzado el Siglo XX se dirá que la historia ha llegado a su fin.
Finalmente hay referencias a Descartes, el padre de la Modernidad y al concepto de cogito en términos peyorativos: como retroceso, parcial e insignificante.
Los personajes deciden irse a dormir porque se acabó el coñac, tienen sueño y  no han abordado a conclusiones definitivas.

Finalmente:
Nosotros sabemos que hacia finales del Siglo XX la Modernidad reconoció sus crisis,  abordó sus deconstrucciones y se reconcilió con la racionalidad asumiendo sus más y sus menos.
            …Y París, sigue siendo, en referencia a Hemingway, “una fiesta” para la intelectualidad, para la Filosofía, la literatura y el arte en general.