sábado, 14 de marzo de 2015

Alumnos ingresantes a Profesorados

A mis jóvenes estudiantes del año 2015:
            Este mensaje es para los jóvenes que han tomado la decisión de cursar una carrera docente en el Nivel Superior del Sistema Educativo de la Provincia de Buenos Aires y que serán mis alumnos.
            El ingreso  de nuevos estudiantes siempre es para mí una preocupación. Durante el período lectivo, cuando desarrollemos nuestras clases, nos ocuparemos de su formación, pero en este momento su llegada es una preocupación.
Son varios los motivos de la referida preocupación: si tienen plena conciencia de proyecto que eligieron, si esta decisión es propia o inducida, si se trata sólo de buscar un lugar en el mercado laboral para percibir un salario en el futuro, si están dispuestos a asumir el compromiso y la responsabilidad social que ser docente significa, si están dispuestos a dedicarle muchas horas de estudio a su propia formación y sobre todo si se han planteado que esta carrera trata de enseñar sistemáticamente conocimientos y valores.
Además de estos interrogantes surge la necesidad de establecer acuerdos acerca de la categoría social que están asumiendo. Ya no serán adolescentes. Ser estudiantes de un profesorado los acredita como adultos jóvenes. Habrá responsabilidades ineludibles, compromisos insoslayables.
Muchas veces los adolescentes que cursan estudios secundarios se amparan en excusas que los profesores aceptan porque son parte de sus aprendizajes y porque se trata precisamente de adolescentes, de seres en crecimiento.
Sin dejar de ser esos seres en crecimiento, porque en definitiva eso somos todos hasta el fin de nuestros días, al convertirse en estudiantes del Nivel Superior, se establece un vínculo particular con los profesores. Se trata de un encuentro entre adultos jóvenes y adultos mayores, mediados por el conocimiento.
Nuestra relación es académica y es asimétrica. ¡Aclaremos esto!
Entendemos la docencia como una profesión, por lo cual para su futuro ejercicio se necesita de los conocimientos académicos que nos permitan  un desempeño ético. En este caso vamos a acotar la eticidad encuadrándola en el respeto por el otro. Ofrecer y facilitar el conocimiento es ético, porque implica respetar al otro al punto de darle la oportunidad de aprender, de acompañarlos en su crecimiento intelectual y social.
Loa estudiantes necesitan de conocimientos a los que los docentes tuvieron acceso tiempo atrás, cuando ellos mismos fueron estudiantes. Aquí radica la asimetría. Con un ejemplo lo veremos más claro: yo les daré clases de Pedagogía a unos y de Didáctica a otros. Esto no significa que yo sé todo, todo, todo de ambas materias. Sólo indica que las estudié mucho tiempo antes que Ustedes. Y como no lo sé todo, todo, todo, nada impide que aprenda algunas cuestiones o las reelabore o las actualice junto con Ustedes. Aprenderemos juntos, sí, pero yo empecé el proceso de aprendizaje antes que Ustedes lo que me permite tener elaboración previa de las temáticas y eso nos coloca en situación de asimetría.
            Doy por sentado que tengo lectores inteligentes y por tanto ya se habrán dado cuenta que tanto en la eticidad, como en la asimetría al dar acceso al conocimiento, germina un acto de amor. Entonces podemos afirmar que nuestra relación es académica, asimétrica y afectuosa.
            De estas tres características, personalmente elijo la afectuosidad para sustentar el diálogo, para producir encuentros de escucha, de expresión y creatividad. Sólo en un clima de afectos recíprocos podremos derrotar el silencio y construir la educación como una práctica social.
            Chicas y muchachos, jóvenes adultos ¿entendieron que al instituto vienen a estudiar para formarse como verdaderos profesionales de la enseñanza?
            Todas las dudas que surjan de esta lectura, las charlaremos en nuestras clases. ¡Hasta entonces!


                                                                       Prof. Susana Lerner