¿Cómo
aproximarnos al conocimiento de la Historia y Prospectiva de la Educación?
Si preguntamos qué es la
historia será difícil ponernos de acuerdo y coincidir en una respuesta única.
Lo mismo nos ocurrirá si tratamos de averiguar cómo han considerado a la
historia los distintos pueblos. En este caso veríamos que en las diferentes respuestas
gravitan de manera directa las concepciones dominantes en las diversas épocas y
las características de cada una de las sociedades.
Perazzo, Kuc y Jové
Todos los
procesos educativos se sitúan en las encrucijadas entre un
tiempo y un espacio, por lo tanto para comprenderlos, según Puiggrós
(1990)
“Se requiere construir una teoría de la educación
que explique la relación entre los procesos educativos y sus condiciones de producción
histórico-sociales a la vez que aclare la especificidad de lo pedagógico”
Para construir una teoría de la educación de las características enunciadas
por Puiggrós, debemos reconocer, en principio, la existencia de relaciones entre
los procesos histórico- sociales y los procesos educativos, porque ambos se
producen en un determinado contexto. En tal sentido son coincidentes en lo
referente al tiempo y el espacio en que transcurren y a las condiciones en que
cada uno de ellos se produce. Luego, es preciso analizar las cualidades
específicas de dicha relación.
Si se pretende comprender en toda su dimensión la historia de una sociedad,
es necesario acceder al conocimiento de su cultura y desde allí analizar las
características de la educación que sustentan.
De igual modo si se quiere comprender la
educación creada y sustentada en un contexto histórico y territorial, es
necesario analizar los procesos sociales en que tuvo lugar.
Coincidentemente Alliaud (2007) nos dice: “
Al trabajar con temas del
campo cultural y educativo, se debe tener presente que los procesos que en su interior
acontecen no pueden ser comprendidos sin considerar la totalidad social como
complejo indisoluble “
Podríamos mirar hacia esta dialéctica buscando respuestas a múltiples e
inacabables listas de interrogantes. Por ejemplo ¿Por qué los caballeros medievales
eran analfabetos? ¿Por qué los sistemas educativos nacionales se consolidaron
en el siglo XIX? ¿Por qué la
postmodernidad desafía la gramática escolar moderna? Etc.etc.
Sin embargo, no siempre nos vamos a encontrar con que estas relaciones son unívocas, ni tienen porque ser de
concordancia, consenso y continuidad. No es que a tales procesos histórico-
sociales, les corresponde tales o cuales procesos educativos, en un mismo
contexto. No siempre ambos procesos suceden en armonía, sino que muchas veces
ocurren contradicciones. La mencionada relación unívoca implicaría una estricta
homogeneidad de pensamiento y acción entre todos los miembros y sectores de una
sociedad porque como sabemos, las tramas sociales son ampliamente heterogéneas,
lo que da lugar a contradicciones, desarmonías, discontinuidades y rupturas,
pero también, en ciertos períodos, a continuidades y acuerdos.
Nuestro temas es la educación puesta en contextos históricos- sociales, a
la que debemos aproximarnos desde el lugar de entender que no siempre se trata
de procesos lineales ni de relaciones unívocas, entre dichas condiciones histórico sociales de producción
de los proceso educativos y viceversa.
Volvamos a la mirada a esta dialéctica:
“La educación sólo es explicable como una
organización particular del conjunto de los procesos sociales y, aunque los
discursos pedagógicos tengan su propia lógica y su propia organización, no son
ajenos a aquellos procesos que actúan necesariamente como sus condiciones de
producción. A su vez la educación es condición de producción del transcurrir,
cambiar, reproducirse de otras formas del quehacer social” (Puiggrós, 1990)
En cuanto a las condiciones de producción entre ambos procesos, hay que
aclarar que pueden dar origen a antagonismos, contradicciones y/o
articulaciones, que en el caso de la educación le dan carácter histórico
–social.
Desde tal carácter coincidimos con Puiggrós cuando afirma que “los procesos educativos no son carentes de
caos. No todas sus experiencias forman parte de procesos que se continúan, de
sistemas más amplios, o que se articulan coherentemente con otros procesos
sociales.” (Puiggrós, 1990)
Los procesos educativos, como todos los procesos sociales, están sobre
determinados por factores varios y diversos
de la cultura en su totalidad, como por ejemplo la economía, la
política, las creencias, las ciencias, las artes, la temporalidad y la
territorialidad. Todos estos factores son gravitantes respecto del desarrollo de
los procesos educativos a los que Puiggrós reconoce como “no carentes de caos”.
Este caos, puede interpretarse desde la relación entre los procesos
sociales y la educación partiendo de concebir a ésta últimos como una práctica social compleja
que:
“Se desarrolla en el marco
de condiciones de producción tales como procesos de reproducción y/o
transformación de relaciones sociales de producción y otras luchas políticas,
sociales, culturales, étnicas, genéricas, etc.” (Puiggrós, 1990)
La comprensión de esta práctica
social compleja, que es productora, reproductora y transformadora de sujetos,
requiere considerar al menos dos de sus dimensiones. Una dimensión macro
conformada por el sistema educativo, y una dimensión micro, constituida por las
prácticas educativas.
En cuanto al sistema educativo, no perder de vista que su organización
depende de un Estado, y lo hace desde los lineamientos político-partidarios del
sector que lo gobierna y que no representa la ideología y por ende los
intereses de la totalidad de su ciudadanía.
En
general los funcionarios responsables de las gestiones de gobierno sostienen
intencionalidades que subyacen en la
asignación de las funciones que desde el Estado le asignan a la educación,
dependiendo de quienes lo gobiernen, a
la vez que se establece el tipo de relación entre la sociedad y el sistema
educativo, lo cual impacta directamente en la definición del tipo de ciudadano
que convenga formar, de acuerdo a sus intereses político-partidarios.
En esta dirección puede afirmarse
que el Estado argentino es uno, que las
instituciones que lo integran perduran o se crean otras, pero en cada contexto
histórico, en cada gestión partidaria, se desarrollan estrategias que le
otorgan perfiles propios, no siempre de continuidad con políticas anteriores,
no siempre con la conformidad de todos los sectores sociales, generando
tensiones en lugar de consensos.
En cuanto a la dimensión de las prácticas
educativas llevadas a cabo por las y los docentes y las y los alumnos, su
carácter más visible es el de la diversidad, signada por la pluralidad de ideas
y posturas.
Freire (2004) refiriéndose a la
direccionalidad de la educación dice:
“No
hay situación educativa que no apunte a objetivos que están más allá del aula,
que no tenga que ver con concepciones, maneras de ver el mundo, anhelos,
utopías.”
Esta afirmación de Freire vale tanto para educadores, como para educandos
en su condición de elementos básicos de la situación educativa, ambos
protagonistas de la Historia y Prospectiva dela Educación, que no ocupa.
Protagonistas también de las prácticas educativas en la cotidianeidad de
las aulas, donde se entreteje un fenómeno social en el cual ni todos aprenden y
enseñan igual, ni tienen los mismos intereses y necesidades. En esto reside el
origen de las contradicciones, las desarmonías, las rupturas, incluso las
posibilidades de encontrar cuestiones en común, a pesar de las diferencias al
interior de cada aula, de cada práctica educativa. En esto reside también la
variedad de relatos de los protagonistas elaborados desde concepciones y de
prácticas diferentes, similares u opuestas.
Desde nuestro lugar de inquisidores de la Historia y Prospectiva de la
Educación, analizar la sobredeterminación, las rupturas, continuidades y
contradicciones de su andamiaje conceptual, nos permitirá m como lo dice
Puiggrós:
“Su relato y las
intervenciones de los niños y jóvenes que crecen en el siglo XXI, tal ver me
permitan comprender tanto los vínculos como los elementos irreconciliables, que
existen en las estampas históricas que han poblado las escuelas argentinas” (
Puiggrós, 2003)
Esta afirmación de Puiggrós vale para la historia de la educación de la
humanidad.
Bibliografía:
-Alliaud, Andrea (2007) Los maestros
y su historia. Los orígenes del magisterio argentino, Bs. As. Granica
-Freire, Paulo (2004) El grito Manso, Bs. As, Siglo XXI
editores Argentina
-Perazzo, S. Kuc, N. Jové, T. (1884) Historia de la Educación y Política Educacional
Argentina, Bs. As. Humanitas.
-Puiggrós, Adriana. (1990) Historia
de la Educación Argentina. Tomo I Sujetos, Disciplina y Currículum, Bs. As,
Galerna
- Puiggrós, Adriana (2003) Qué pasó
en la educación argentina, Bs. As. Galerna