El Medio ambiente cultural
Relaciones entre
la sociedad, la cultura y la educación
Compaginación: Prof. Susana Lerner
Este artículo está destinado a estudiantes
de Historia y Prospectiva de
la Educación
Ideas básicas para empezar a pensar en el tema
Comencemos por una premisa básica: los seres humanos somos seres
históricos, que desarrollamos nuestra existencia en las encrucijadas entre los tiempos y los espacios y entre los
ambientes naturales y los ambientes culturales.
Interesan a esta disciplina las relaciones entre ambos ambientes y
particularmente los procesos educativos que se desarrollan en ellos, en su
tránsito por la historia.
Ordenamos las ideas:
Vamos a comenzar por definir en forma amplia y general la noción de medio
ambiente, del cual podemos decir que “es el conjunto de todos aquellos elementos químicos, físicos
y biológicos con los cuales los seres
vivos interactúan. Además en el caso del ser humano, también incluye todos esos
elementos culturales y sociales que
influyen en su vida. Así pues el medio ambiente no es únicamente el sitio
físico en el que se desarrolla la vida,
sino que también la cultura integra el medio ambiente.
Mucha gente cae en el error de creer
que el medio ambiente sólo son los elementos que encontramos de forma
natural en la naturaleza, pero la realidad es que también lo son los elementos artificiales que se crean
a partir de los primeros. Es por eso que dentro del medio ambiente,
podemos distinguir entre:
·
Medio
ambiente natural: el clima, geografía, la fauna, flora y todo aquello que
encontramos de forma natural.
·
Medio
ambiente cultural: aquellos objetos fabricados por el hombre o sus actividades
socioeconómicas.” ( Juste, Irene, 2024)
En el recorrido por las particularidades que conlleva esta noción, Tomás
Maldonado nos ofrece la siguiente especificación: “Desde que los hombres hemos
merecido llamarnos tales vivimos en un ambiente construido por nosotros mismos.
Nos hallamos circundados y condicionados por un territorio específicamente
nuestro, por un medio físico y socio-cultural, que hoy definimos como ambiente
humano” (Maldonado, Tomás, 1972)
Sintetizando podemos reconocer al ambiente humano como un espacio
configurado por la coexistencia de lo
natural con lo socio-cultural, en el cual interactuamos los seres humanos, desde nuestra condición
bifronte, como seres de la naturaleza y como seres de la cultura.
Respecto del ser cultural (condición específica a los seres humanos)
resulta interesante considerarlo como “Modificador y creador de ambientes, que
en permanente interacción con él, vuelve a modificarlo en una larga serie de
corrientes transformadoras y re-transformadoras” (Nassif, Ricardo, 1983)
En concordancia con Nassif, recalcamos
a manera de resumen: “Así pues, la definición de medio ambiente es la de
un sistema que se forma por elementos naturales y culturales que se
interrelacionan entre ellos y que son modificados por la acción del hombre. El
medio ambiente es el entorno que nos condiciona la forma de vida, no obstante
nuestra forma de vida también lo condiciona y lo adapta.
El medio ambiente es la unión de elementos que son la naturaleza, la vida,
la sociedad, la cultura y todos aquellos creados a partir de ellos, que se dan
en un tiempo determinado, en un espacio
determinado.” (Juste, Irene, 2024)
Las categorías
tiempo y espacio, se implican mutuamente en lo que ya definimos como ambiente
humano. No obstante, “Dese hace varios año, el espacio se ha convertido en
objeto de disquisiciones teóricas desde diversos campos disciplinares de lo
social, como son la antropología, la sociología, la geografía crítica.”
(Capasso, Verónica, 2016)
Por ejemplo,
Milton Santos, abogado y geógrafo brasileño, renovó la geografía como disciplina crítica, situándola en el
campo de las Ciencias Sociales. Santos apostó al estudio interdisciplinario e
histórico del espacio. Colocó el énfasis
de su conceptualización en el proceso de producción del espacio en el momento en que cada sociedad se apropia
de la naturaleza. Para él el espacio es una construcción social y un producto
histórico. Igualmente lo define como un conjunto de objetos y un sistema de
acciones incluyendo la noción del espacio producido y productivo, cuya dinámica
es de transformación constante, contextual e histórica.
En este punto es
dable revisitar las interacciones modificadoras y creadoras del ser cultural
como nos lo plantea el ya citado Ricardo Nassif.
Es oportuno
agregar, para mejor entendimiento, una definición de cultura, en sentido
amplio. Así lo toma Nassif (1983) cuando, recurriendo a Heinrich Rickert,
Nos dice:
“…cultura es lo producido por el hombre
según fines valorados y, si la cosa existe de antes, como lo cultivado
intencionalmente por el hombre en atención a los valores que en ella
residen “. (Rickert, 1965) Con lo
expuesto podemos concluir en que la especie humana interviene en el medio
ambiente mediante la creación, transformación y conservación de la cultura, lo
que nos permite hablar de medio ambiente cultural o ambiente humano.
Este ambiente se
configura como un espacio, tal como lo definió Milton Santos, que es atravesado
por la cultura mediante procesos de
difusión social, a los cuales debe su existencia, su permanencia y sus
transformaciones. Dichos procesos ocurren en el marco de la convivencia social,
de las interacciones humanas. Por eso vale destacar que la relación espacio – sociedad,
es indisociable, tal como lo es la relación sociedad- educación, porque es ésta
última la encargada de la difusión cultural a la que nos hemos referido.
En tal sentido, leemos:
“Si la convivencia educa por sí misma, la educación es una función social
básica. Este es el principio de la inherencia
de la educación, respecto a la vida social” (Nassif, 1983).
Los procesos
educativos: su carácter histórico- social.
Esta función
educadora es cumplida por todas las instituciones que componen el entramado
social, tanto las organizadas
específicamente para educar, nos referimos a los sistemas educativos nacionales
(con su red de escuela de diversos tipos y niveles y todos los organismos que
hacen posible el desempeño de las funciones que le son propias); como las organizadas para cumplir otros
objetivos, pero que de alguna manera educan. De aquí surge la diferenciación
entre:
·
la
educación cósmica, asistemática, funcional, porque es función de toda la
sociedad mediante la convivencia.
·
La educación sistemática, escolar, ordenada
mediante el sistema educativo.
No obstante,
ambos tipos de educación constituyen procesos históricos –sociales mediante los cuales se promueven fines y
funciones culturales, a saber:
·
Conservar la cultura mediante su difusión y enseñanza.
·
Transformar la cultura promoviendo las ciencias y las artes,
la investigación y la creatividad.
Para comprender estos procesos educativos, según Puiggrós (1990)
“Se requiere construir una teoría de la educación
que explique la relación entre los procesos educativos y sus condiciones de producción
histórico-sociales a la vez que aclare la especificidad de lo pedagógico”
Para construir una teoría de la educación de las características enunciadas
por Puiggrós, debemos reconocer, en principio, la existencia de relaciones
entre los procesos histórico- sociales y los procesos educativos, porque ambos
se producen en un determinado contexto, al que es conveniente reconocerle el
carácter de territorio.
Como explica Rita Segato (2007)
“Territorio
es siempre representación social del espacio, espacio fijado y espacio de
fijación vinculado a entidades sociológicas, unidades políticas, órganos de
administración, y a la acción y existencia de sujetos individuales y colectivos. Por lo tanto, no es espacio ni
es cualquier lugar. Territorio es siempre espacio apropiado, trazado,
recorrido, delimitado (…) El territorio siempre existe marcado por los emblemas
identificadores de su ocupación por un grupo particular, inscripto por la
identidad de ese grupo que lo considera propio y lo transita libremente.
Llamamos a eso cultura (…) En el mundo de hoy sería posible decir que hay
un nuevo proceso en curso en lo que
respecta a la “territorialidad” entendida como experiencia particular,
histórica y culturalmente definida del territorio”
En tal sentido los procesos histórico- sociales y los procesos educativos
son coincidentes en lo referente al tiempo y el espacio en que transcurren y a
las condiciones en que cada uno de ellos se produce en un territorio. Luego, es
preciso analizar las cualidades específicas de dicha relación.
Si se pretende comprender en toda su dimensión la historia de una sociedad,
es necesario acceder al conocimiento de su cultura y desde allí analizar las
características de la educación que sustentan.
De igual modo si se quiere comprender la
educación creada y sustentada en un contexto histórico y territorial, es
necesario analizar los procesos sociales en que tuvo lugar.
Coincidentemente Alliaud (2007) nos dice: “
Al trabajar con temas del
campo cultural y educativo, se debe tener presente que los procesos que en su
interior acontecen no pueden ser comprendidos sin considerar la totalidad
social como complejo indisoluble “
Podríamos mirar hacia esta dialéctica buscando respuestas a múltiples e
inacabables listas de interrogantes. Por ejemplo ¿Por qué los caballeros
medievales eran analfabetos? ¿Por qué los sistemas educativos nacionales se
consolidaron en el siglo XIX? ¿Por qué la
postmodernidad desafía la gramática escolar moderna? Etc. etc.
Sin embargo, no siempre nos vamos a encontrar con que estas relaciones
son unívocas, ni tienen porque ser de
concordancia, consenso y continuidad. No es que a tales procesos histórico-
sociales, les corresponde tales o cuales procesos educativos, en un mismo
contexto. No siempre ambos procesos suceden en armonía, sino que muchas veces
ocurren contradicciones. La mencionada relación unívoca implicaría una estricta
homogeneidad de pensamiento y acción entre todos los miembros y sectores de una
sociedad porque como sabemos, las tramas sociales son ampliamente heterogéneas,
lo que da lugar a contradicciones, desarmonías, discontinuidades y rupturas,
pero también, en ciertos períodos, a continuidades y acuerdos.
Nuestro temas es la educación puesta en contextos históricos- sociales, a
la que debemos aproximarnos desde el lugar de entender que no siempre se trata
de procesos lineales ni de relaciones unívocas, entre dichas condiciones histórico sociales de producción
de los proceso educativos y viceversa.
Volvamos a la mirada a esta dialéctica:
“La educación sólo es explicable como una
organización particular del conjunto de los procesos sociales y, aunque los
discursos pedagógicos tengan su propia lógica y su propia organización, no son
ajenos a aquellos procesos que actúan necesariamente como sus condiciones de
producción. A su vez la educación es condición de producción del transcurrir,
cambiar, reproducirse de otras formas del quehacer social” (Puiggrós, 1990)
En cuanto a las condiciones de producción entre ambos procesos, hay que
aclarar que pueden dar origen a antagonismos, contradicciones y/o
articulaciones, que en el caso de la educación le dan carácter histórico
–social.
Desde tal carácter coincidimos con Puiggrós cuando afirma que “los procesos educativos no son carentes de
caos. No todas sus experiencias forman parte de procesos que se continúan, de
sistemas más amplios, o que se articulan coherentemente con otros procesos
sociales.” (Puiggrós, 1990)
Los procesos educativos, como todos los procesos sociales, están sobre
determinados por factores varios y diversos
de la cultura en su totalidad, como por ejemplo la economía, la
política, las creencias, las ciencias, las artes, la temporalidad y la territorialidad.
Todos estos factores son gravitantes respecto del desarrollo de los procesos
educativos a los que Puiggrós reconoce como “no
carentes de caos”.
Este caos, puede interpretarse desde la relación entre los procesos
sociales y la educación partiendo de concebir a ésta últimos como una práctica social compleja
que:
“Se desarrolla en el marco
de condiciones de producción tales como procesos de reproducción y/o
transformación de relaciones sociales de producción y otras luchas políticas,
sociales, culturales, étnicas, genéricas, etc.” (Puiggrós, 1990)
La comprensión de esta práctica
social compleja, que es productora, reproductora y transformadora de sujetos,
requiere considerar al menos dos de sus dimensiones. Una dimensión macro
conformada por el sistema educativo, y una dimensión micro, constituida por las
prácticas educativas.
En cuanto al sistema educativo, no perder de vista que su organización
depende de un Estado, y lo hace desde los lineamientos político-partidarios del
sector que lo gobierna y que no representa la ideología y por ende los
intereses de la totalidad de su ciudadanía.
En
general los funcionarios responsables de las gestiones de gobierno sostienen
intencionalidades que subyacen en la
asignación de las funciones que desde el Estado le asignan a la educación,
dependiendo de quienes lo gobiernen, a
la vez que se establece el tipo de relación entre la sociedad y el sistema
educativo, lo cual impacta directamente en la definición del tipo de ciudadano
que convenga formar, de acuerdo a sus intereses político-partidarios.
En esta dirección puede afirmarse
que el Estado argentino es uno, que las
instituciones que lo integran perduran o se crean otras, pero en cada contexto
histórico, en cada gestión partidaria, se desarrollan estrategias que le
otorgan perfiles propios, no siempre de continuidad con políticas anteriores,
no siempre con la conformidad de todos los sectores sociales, generando
tensiones en lugar de consensos.
En cuanto a la dimensión de las prácticas
educativas llevadas a cabo por las y los docentes y las y los alumnos, su
carácter más visible es el de la diversidad, signada por la pluralidad de ideas
y posturas.
Freire (2004) refiriéndose a la
direccionalidad de la educación dice:
“No
hay situación educativa que no apunte a objetivos que están más allá del aula,
que no tenga que ver con concepciones, maneras de ver el mundo, anhelos,
utopías.”
Esta afirmación de Freire vale tanto para educadores, como para educandos
en su condición de elementos básicos de la situación educativa, ambos
protagonistas de la Historia y Prospectiva de la Educación, que nos ocupa.
Protagonistas también de las prácticas educativas en la cotidianeidad de
las aulas, donde se entreteje un fenómeno social en el cual ni todos aprenden y
enseñan igual, ni tienen los mismos intereses y necesidades. En esto reside el
origen de las contradicciones, las desarmonías, las rupturas, incluso las
posibilidades de encontrar cuestiones en común, a pesar de las diferencias al
interior de cada aula, de cada práctica educativa. En esto reside también la
variedad de relatos de los protagonistas elaborados desde concepciones y de
prácticas diferentes, similares u opuestas.
Desde nuestro lugar de inquisidores de la Historia y Prospectiva de la
Educación, analizar la sobredeterminación, las rupturas, continuidades y
contradicciones de su andamiaje conceptual, nos permitirá comprender, el
devenir de los procesos y prácticas educativas en los cambiantes ambientes
humanos en que la humanidad se va creando y recreando a sí misma.
Bibliografía:
-Alliaud, Andrea (2007) Los maestros
y su historia. Los orígenes del magisterio argentino, Bs. As. Granica
-Capasso, Verónica (2016)
Espacio social: Aportes para una definición del concepto y su posible relación
con el arte. En memoria Académica UNLP FaHCE
-Freire, Paulo (2004) El grito Manso, Bs. As, Siglo XXI
editores Argentina
-Juste, Irene
(2024) Que es el medio ambiente. Disponible en
https//www.ecologiaverde.com/que-es-el-medio-ambiente.
-Maldonado,
Tomas (1972) Ambiente humano e Ideología.
Notas para una ecología crítica.
Bs. As. Nueva Visión
-Nassif, Ricardo
(1983) Teoría de la Educación.
Problemática pedagógica contemporánea,
Madrid, Ed. Cincel
-Puiggrós, Adriana. (1990) Historia
de la Educación Argentina. Tomo I Sujetos, Disciplina y Currículum, Bs. As,
Galerna
- Puiggrós, Adriana (2003) Qué pasó
en la educación argentina, Bs. As. Galerna
-Santos, Milton (2000) La naturaleza del espacio, Madrid, Ed,
Ariel