martes, 30 de septiembre de 2014

El espiritualismo en la Argentina del Siglo XX



El Espiritualismo en la Argentina

Del Positivismo al Espiritualismo:
Vamos a iniciar nuestras reflexiones sobre el Espiritualismo en la Argentina, recordando lo expresado por Juan Mantovani respecto del Positivismo:
“En nuestro país tuvo una honda influencia aproximadamente desde 1880 hasta 1920, y fue sostenido teóricamente por grandes pedagogos y maestros y en la práctica por una conciencia general pedagógica que daba predominio en la enseñanza a los contenidos  y métodos de las ciencias positivas y exactas.” [1]

En el mismo texto recién citado, Mantovani expresa que “con el positivismo dominó la educación científica y quedó desalojada la educación filosófica y religiosa.”
 Preocupa este “desalojo” de la educación filosófica por cuanto la consideramos ser fundamento de todo pensamiento y de toda acción educativa sistemática y de las relaciones dialécticas entre ambos (acción y pensamiento). En cuanto a lo religioso, si bien se lo reconoce como un componente significativo de la cultura y como tal  influyente en las acciones educativas, se lo puede ubicar como prácticas sociales no específicamente escolarizadas.
Del mismo modo es preocupante el desalojo de las  expresiones artísticas, canales por donde circula la creatividad humana.
Si buscamos el fundamente de todas las corrientes pedagógicas y didácticas, lo encontraremos en los diversos sistemas filosóficos. Siguiendo esta senda encontraremos que a partir de la primera década del Siglo XX, en concordancia con nuevas corrientes del pensamiento filosófico europeo, comenzó en Argentina un período de fuertes críticas al positivismo y al cientificismo, que fundadas en el idealismo se concentraron en el movimiento antipositivista, en las corrientes pedagógicas espiritualistas, con centro en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la Facultas de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata.
Sus principales impulsores fueron José Razzano, Saúl Taborda, Juan Terán, Enesto Nelson, Juan Mantovani, Juan E. Cassani, Juan P. Ramos, Juan José Arévalo, Hugo Calzetti, desde los claustros universitarios.

En cuanto a la enseñanza como acción concreta, especialmente en la escuela primaria, comenzaron a difundirse las ideas de la “Escuela Activa” también denominada “Escuela Nueva” o “Escolanovismo”. En principio las innovaciones consistieron en introducir el trabajo manual y realizar algunas modificaciones en el mobiliario escolar, pero luego se reconoció la necesidad de capacitar a los docentes para la implementación de estas nuevas líneas de actividad educativa, lo cual llevó a la realización de experiencias que hicieron posible la introducción de las ideas ecolanovistas, especialmente en la educación primaria. Se reemplazó el programa Bavio, implementado en 1911, por otro denominado “Programas de Asuntos”, esto fue en 1936 y significó una verdadera renovación en el nivel primario, mediante los cuales se trató de implementar una didáctica basada en las actividades y experiencias de los alumnos.  

En esta renovación se destacaron el mismo José Razzano, su esposa Clotilde Guillén de Razzano, José Forgione, Luis Borruat y José Más entre otros.
Adriana Puiggrós al tratar el tema del Espiritualismo en nuestro país, lo relaciona con las primeras manifestaciones del  movimiento de la Escuela Nueva y con el surgimiento del sindicalismo docente. Respecto de éste último dice:
“Nacida del corazón del mutualismo y luego vinculada al anarquismo y especialmente al socialismo la actividad sindical docente fue creciendo en las primeras décadas”.[2]
Nos recuerda Puiggrós, en el libro citado, que en 1912 Julio Barcos y Leonilda Barrancos lideraron  “probablemente” dice, la primera huelga de la historia de la docencia argentina. Para 1913 (Presidencia de Roque Saénz Peña, conservador autonomista) fueron exonerados junto con un grupo de educadores         que firmaron un documento pidiendo el relevo de los miembros del Consejo Nacional de Educación. En 1917 estalló en Mendoza una huelga de maestros considerada el primer movimiento de fuerza nacional que fue acompañado por el conjunto de la clase obrera, liderado por Florencia Fossati.
Vamos a volver a citar textualmente a Puiggrós:
“Su dirigente fue la pedagoga Florencia Fossati. Ésta y Barrancos fueron dos luchadoras de la causa de la mujer e introductoras de las ideas de María Montesori, Decroly y otros pedagogos escolanovistas”[3]

Es relevante la referencias a la obra de Puiggrós, porque recupera las influencias escolanovistas sobre el sistema educativo argentino y porque trae al presente los orígenes de las luchas docentes, sobre todo teniendo en cuenta que este artículo está destinado a mis jóvenes estudiantes de carreras docentes. Me orienta la intención de que las chicas y los chicos interesados en dedicarse a enseñar, se formen haciéndose cargo de nuestra herencia de lucha, del compromiso social que significa ser docente y de la importancia de tomar la posta.

El Espiritualismo:
           
            El Espiritualismo rompe con la tendencia positivista de querer reducir lo real a lo físico y la filosofía a una ciencia natural, despreciando los ideales morales y los valores trascendentales.
Para el Espiritualismo el acercamiento a la realidad trae consigo el problema de los valores, en la búsqueda de la fundamentación filosófica de la cultura, de la historia, de la ética y de la antropología, dando lugar a un traspaso de la filosofía del ser a la filosofía del valer, dando lugar al aumento del interés por las entonces Ciencias del Espíritu, a las que hoy llamamos Ciencias Sociales.
La filosofía espiritualista reconoce al hombre como espíritu finito, a diferencia de un dios al que concibe como espíritu absoluto. El hombre es en esencia espíritu en cuanto agente y actividad intencionalmente causante de la realidad.
El Espiritualismo reemplaza el mecanicismo de la actividad humana propio del Positivismo, por el finalismo en el que inscribe la existencia, admitiéndolo como principio ordenador del mundo. 
En cuanto a la educación tendremos en cuenta:
- que la Escuela Nueva surge en Europa siguiendo los lineamientos del movimiento idealista. La posterior versión norteamericana del Escolanovismo, se inspira en el  pragmatismo utilitario y ambientalista de James, Pearce y Dewey.
-cuando los antipositivistas en nuestro país concentran la problemática pedagógica en éste movimiento idealista,  lo hacen en concordancia con sus dos vertientes: el idealismo alemán y el idealismo italiano, en los cuales se fundamenta la Escuela Nueva.
-como ya hemos dicho, bajo influencias positivistas predominaba la enseñanza de los contenidos y de los métodos de las ciencias positivas y exactas. Bajo las influencias del Espiritualismo predominaba la transmisión de fines y valores. Lo dicho no excluye la preocupación de los educadores positivistas sobre que  sus alumnos logren los fines propuestos y por transmitirles  valores, como tampoco excluye la preocupación de los espiritualistas por  la enseñanza de los contenidos propios de planes y programas de enseñanza. Hablamos de orientaciones predominantes.

Los tiempos de la Pedagogía argentina:

            Hemos situado la predominancia del Positivismo entre 1880 y 1920 y a partir de allí la del Espirutualismo, no obstante debemos  entender que estas son fechas aproximadas.
            La influencia del Espiritualismo en la Pedagogía argentina fue fuerte y duradera. Abarcó un amplio período de tiempo, aunque con variaciones en su sustento filosófico e ideológico.
            Hemos referido una reforma en la educación primaria hacia 1936. Con la primera década de gobierno peronista (1946- 1955) continuó la predominancia espiritualista aunque con características particulares.
            El peronismo se enfrentó a los liberales y a la izquierda, permitiendo el avance del nacionalismo católico, con el que en su etapa final, también terminó enfrentado.
            Desde la fundamentación filosófica de sus líneas de acción pedagógica, dio continuidad al Espiritualismo que sustentó al movimiento  de la Escuela Nueva europea.
            Las relaciones del peronismo con la docencia y con la intelectualidad en general, fueron tensas. Por un lado una elite de corte oligárquico junto a una clase media que buscaba ascender con rasgos de minoría culta  y por otro lado los sectores populares con una cultura popular de carácter nacional. Este conflicto se hizo notorio en las instituciones educativas, donde la matrícula creció en los tres niveles (primario, secundario y universitario), lo que significó el acceso a la cultura escolarizada de amplios sectores de bajos recursos.
            Veamos cómo lo expresa Puiggrós: “Cuando el peronismo llegó al poder, toda la gente que había votado a la Unión Democrática temió por la educación, aunque por motivos diversos. La oligarquía y la clase media alta tenían miedo de que los “cabecitas negras” invadieran las limpias aulas de las escuelas, como habían temblado ante los inmigrantes y los anarquistas a principios de siglo.”[4]
            No obstante las tensiones mencionadas, según esta misma autora en el mismo libro, afirma que algunos normalistas formados en las ideas de la Escuela Nueva coincidieron con la postura antirracionalista y antipositivista del peronismo. Entre ellos Juan Emilio Cassani y Hugo Calzetti, a quienes la misma Puiggrós llama “los pedagogos del régimen”.
            Cassani, escolanovista de inspiración espiritualista entendía a la educación como un acto de conjunción entre las almas del educando y del educador. Rechazaba el Escolanovismo de J. Dewey, basado en el Pragmatismo.
            Calzetti, principal colaborador de Cassani fue un espiritualista católico y por ende antipositivista, pero no comulgaba exactamente con los principios de libertad y creatividad de la Escuela Nueva; antes bien proponía un perfil de educador moralizador e instaurador del orden. 
            La primera década peronista fue para la historia de la educación argentina tan controversial como interesante y rica en facetas, pero lo dicho aquí sólo guarda la intención de ejemplificar la persistencia del Espiritualismo en la educación de nuestro país, que hacia 1960 aproximadamente comienza a recibir la influencia del eficientismo, de base pragmática.





[1] Mantovani, J. La educación y sus tres problemas, Facultad de Filosofía y Letras, Tucumán, 1943
[2] Puiggrós, A. Qué pasó en la educación argentina, Buenos Aires, Galerna, 2003.
Se refiere a las pimeras décadas del S. XX
[3] Puiggrós, A. Ob. Cit.
[4]- Puiggrós, A. ob.cit

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartir! Queria compartir con vos mi página web (en construccion) básicamente basada en la espiritualidad con distintos enfoques y temas renombrados: http://gonzaloeperez.weebly.com/

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  2. Visión de rol docente del maestro según Andrea alliaud explicando su relación con el positivismo y el espiritismo

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