martes, 6 de noviembre de 2012
PautaPara leer Resistencia y Pedagogía Crítica de Giroux
Pautas para leer el tema "Resistencia y Pedagogía Crítica"
Bibliografía: Giroux, H. Teoría y resistencia en educación
1-Lea atentamente la cita de autoridad de Connell que encabeza el texto que estamos leyendo. Transcriba las conexiones, la responsabilidad de la escuela, y la idea de educación que encuen-tra Giroux en dicha cita. 2 -Explique la tensión entre la promesa y la realidad de la escolariza-ción. 3¿Qué debe hacerse para entender a las escuelas como sitios de reproducción sociocultu-ral y a la vez como lugares involucrados en la contestación y en la lucha?
4-Analice los supuestos de la pedagogía y de las escuelas radicales.
Hipostasiada: viene de hipóstasis: ser de un modo verdadero o verdadera realidad. Suponer o dar como real algo meramente pensado.
Reificadas: viene de reificación: Situación en que se encuentra el trabajador frente a los trabajos que escapan a su creación y terminan por imponérsele. Para Marx es el proceso por el cual la relación de comerciante, es decir el intercambio de un producto por otro producto o por una moneda, considerados bilateralmente como susceptibles de ser equivalentes, trasforma la manera según la cual los hombres consideran lo que han producido.
lunes, 15 de octubre de 2012
Las teorías tradicionales y las teorías reproductivistas
Ficha de cátedra.
Producción Prof. Susana Lerner
De cómo analiza Henry
Giroux las teorías tradicionales de la educación y las teorías reproductivistas.
1-La perspectiva de
las teorías educativas tradicionales
En
las teorías y las prácticas educativas tradicionales, también llamadas teorías
no críticas, “las especificidades de la cultura, la ideología y el poder nunca
han figurado predominantemente en su lenguaje”. “En la larga historia de la
teoría de la educación ha habido un poderoso y profundo acuerdo asentado en la
interpretación de la pedagogía, de las escuelas y del salón de clases en
términos de su separación de poder y conocimiento, abstrayendo simultáneamente
a la cultura de la política”.
En
estas teorías tradicionales, tanto las liberales como las conservadoras se han
basado en la necesidad de enseñar tal o cual cosa y en hacerlo con eficiencia,
siempre apoyadas por el poder político a través del discurso de la integración y
el consenso utilizado como excusa y evitando de esta manera cualquier posibilidad
de análisis críticos o de desacuerdos que pudieran contradecir o al menos poner
en tela de juicio sus discursos hegemónicos y poner en peligro su poderío.
“Esto
llega a ser claro si se reconoce que las nociones como conflicto y lucha son
minimizadas o ignoradas en el discurso tradicional de la teoría y práctica educativas”.
Por ejemplo Parsons cuando trabaja sobre la escolaridad interpreta que “las
escuelas son instituciones neutrales diseñadas para suministrar a los
estudiantes el conocimiento y habilidades que necesitan para desempeñarse
exitosamente en la sociedad”. En estas argumentaciones basó una sociología de
la educación que rechazaba cuestionar la relación entre las escuelas y el orden
industrial, de modo que la estructura y la ideología de la clase dominante se
entendieron como aproblemáticas. Es más, presentaba a la sociedad como un todo
armónico sin posibilidad de conflicto.
Siguiendo esta
misma línea se mantuvo absoluto silencio “sobre cómo las escuelas podían ser
influidas, determinadas y moldeadas por grupos cuyos intereses se sostenían y
beneficiaban de las desigualdades políticas, económicas, raciales y de género.”
Tengamos en cuenta que estas diferencias están muy arraigadas en la sociedad
norteamericana, de donde proviene Giroux y a la cual analiza críticamente.
La teoría
educativa tradicional no trabajó sobre los problemas que surgen de las
relaciones entre la ideología, el conocimiento y el poder. La pregunta crucial,
para Giroux es cómo “el poder distribuido en la sociedad funciona en
combinación con el interés de que las ideologías y las formas de conocimiento
específicas sostengan las preocupaciones
económicas y políticas de grupos y clases particulares”.
En las teorías
educativas tradicionales se destacan las siguientes prácticas:
-la ideología
no es tenida en cuenta con pretexto de que el conocimiento debe ser objetivo.
-En lugar de
preocuparse por el currículum oculto y el control social la preocupación se
centra en diseñar objetivos.
-Se ignora la
relación entre socialización y reproducción de clase, género y desigualdades
sociales.
Las escuelas
son vistas como lugares donde sólo se instruye, pasando por alto que “las
escuelas representan campos de contestación y lucha para los grupos
diferencialmente investidos de poder cultural y económico.”
Continua
nuestro autor su análisis y dice que “
Excluyendo las mediaciones de clase y poder, la teoría educativa tradicional
reduce la cultura a los así llamados estándares de la excelencia o simplemente
la trata como una categoría neutral de las ciencias sociales.”
2-La perspectiva de las teorías educativas reproductivistas.
En
estas teorías la noción de cultura se define refiriéndose a procesos específicos
que comprenden “relaciones antagónicas vividas entre diferentes grupos socioeconómicos
con desigual acceso a los medios de poder y a una resultante desigual habilidad
de producir; distribuir y legitimar sus principios compartidos y sus
experiencias.”
Surge una
nueva sociología de la educación que intentó
comprender como las escuelas fueron usadas en beneficio de la cultura dominante
para reproducir la lógica y los valores de la sociedad existente, sin querer
cambiar nada del orden injusto imperante. Buscaron comprender cómo en realidad
las escuelas construyen subjetividades, producen significados y están unidas a
los problemas de poder y control.
“En vez de
separar el conocimiento del poder, los exponentes de esta teoría argumentaron que el conocimiento en
cualquier sociedad, escuela o sitio social, presupone y constituye relaciones
de poder específicas.”
Giroux
considera que esta nueva sociología de la educación (nueva en relación con la
sociología de la educación de la perspectiva tradicional) no ha sido capaz de
ir más allá de la formulación de teorías de la reproducción. Éstas toman el
problema de cómo funcionan las escuelas en beneficio de la sociedad dominante y
se enfocan en cómo “el poder es usado para mediar entre las escuelas y los
intereses del capital”. Se enfocan en cómo las escuelas respondiendo a los
intereses del capital utilizan sus recursos materiales e ideológicos para
reproducir las relaciones sociales de desigualdad y las actitudes necesarias
para sostener las divisiones sociales del trabajo que se requieren para la
existencia de relaciones de producción que favorecen a los dueños del capital y
perjudican a quienes sólo poseen su fuerza de trabajo. Su mayor preocupación se
centra en la política y en los mecanismos de dominación que atan a las escuelas
con el orden industrial y el carácter de la vida en las escuelas.
Al respecto
Giroux al hacer una crítica de estas
teorías reproductivistas dice que “Extrañamente estas perspectivas no sólo han
ayudado a reproducir los mecanismos de dominación que ellas mismas han atacado
sino que también han ignorado aquellos espacios ideológicos y culturales que
hablan de resistencia y de la promesa de una pedagogía transformadora.”
Bibliografía:
Giroux, H.
(1992) Teoría y resistencia en educación, Méjico, Siglo XXI editores.
Nota: Los encomillados son citas de autoridad de la bibliografía utilizada.
martes, 25 de septiembre de 2012
Desde Mayo hasta la primera mitad del Siglo XX
Si
bien son considerables las similitudes y concomitancias en los procesos históricos de América del Sur,
abriremos un espacio de reflexión en el cual nos ocuparemos de Argentina.
No nos detendremos aquí en la
dominancia de las ideas iluministas de la generación de mayo y haremos una breve referencia al
romanticismo posterior. No es una cuestión de jerarquías intelectuales, o ideológicas o de cualquier otra índole, sino una
consideración sencilla: la generación de mayo se enfrentó a la necesidad del
desprendimiento de la metrópolis, que no alcanzó a resolver en su total dimensión
y sus logros, si bien fueron inspirados en el Iluminismo, no se consolidaron de
acuerdo a los pilares básicos de libertad, igualdad y fraternidad.
A
la generación del 37, le tocó enfrentar otro tipo de conflictiva de
raigambre al interior de una sociedad que buscaba su perfil nacional. Es el
primer movimiento intelectual cuyo propósito era interpretar la realidad
argentina tratando de construir una identidad nacional. Tal intencionalidad se
expresa en sus producciones literarias y en la aparición de los primeros escritos
pedagógicos.
Conviene
tener presente que en esta parte del mundo es una constante reaccionar con
posterioridad ante la aparición de las nuevas corrientes del pensamiento
universal. Veamos un ejemplo: “…sabemos que Esteban Echeverría retorna de
Francia con el nuevo credo en 1830, cuando el romanticismo ya tiene cincuenta
años de existencia en Europa donde se extendería aproximadamente hasta 1850.”[1]
A
mediados del Siglo XIX Augusto Comte (1798 -1857) funda en Francia el
Positivismo, del que podemos hablar en nuestro país, recién hacia 1880, como un
pensamiento diferente y ciertamente enfrentado al romanticismo.
A
la generación del 80 le correspondió la organización del estado nacional,
liberal, moderno y que como tal asume la responsabilidad de la educación
pública. Si leemos al Prof. Tedesco, encontramos: “…existe una difundida imagen
acerca del pensamiento pedagógico en los orígenes del sistema (1880-1900) que
adjudica una hegemonía muy fuerte del positivismo y asocia la influencia
positivista con el conjunto de rasgos que el sentido común pedagógico atribuye
al sistema educativo tradicional.”[2]
Como
el mismo Prof. Tedesco expresa en el párrafo siguiente del trabajo citado, ante
un análisis más exhaustivo la situación es más compleja, pues de sus
investigaciones surgen otras alternativas de acción pedagógica que podemos
situar entre el directivismo y el espontaneísmo.[3]
Es
éste un aspecto recurrente cuando se estudian las corrientes pedagógicas.
Siempre existen posiciones de implementación generalizadas, coexistiendo con
otras que suelen constituirse en resistencias con intención de generar
transformaciones ante una realidad que no conforma a todos.
Es
también recurrente que estas posiciones generalizadas estén legitimadas desde
el poder político, que no en vano ni desinteresadamente asume históricamente la
responsabilidad sobre la red de escuelas públicas. Así la oligarquía instaló un
estado de ideología liberal, con un modelo de producción agroexportador y un
sistema educativo predominantemente positivista.
Hacia fines del Siglo XIX el positivismo ya
era cuestionado en Europa, no obstante lo cual es a partir de1930 que
comenzamos a recibir influencias filosóficas que impactaron básicamente en el
sistema educativo y generaron una fuerte corriente antipositivista. Se conjugan
en ella los aportes del idealismo, del espiritualismo y del culturalismo.
En
palabras de la
Profesora Sara Jafella “A fines del siglo pasado, en
Alemania, se inicia una etapa filosófica de búsqueda de un espacio
epistemológico propio para las ciencias sociales (entonces denominadas “del
espíritu” (Dilthey); y “de la cultura” (Rickert) o “ideográficas” (Windelband).
Dilthey es uno de los máximos representantes de la línea
histórico-hermenéutica, que inicia investigaciones sobre un campo
epistemológico propio para los hechos históricos y rechaza que éstos sean
tratados metodológicamente como parte de las ciencias de la naturaleza. Fue el
fundador contemporáneo de la hermenéutica de los acontecimientos históricos.”
Así
como desde el positivismo se originó una pedagogía concomitante con sus
postulados, a partir del
antipositivismo, se generaron las “Pedagogías Filosóficas” como las agrupó el
primer Nassif[4].
Dentro de ellas encontramos las Pedagogías Idealistas, de procedencia hegeliana
(Gustav Wineken, Giovanni Gentile, Lombardo Radice); la Pedagogía
Científico-Espiritual ( Wilhelm Dilthey, Theodor Litt); la Pedagogía Cultural
( Eduard Spranger, Hermann Nhol) y la Pedagogía Axiológica
o de los Valores (Max Scheler, Ernest Dürrr, Jonas Cohn).
En
Argentina entre sus representantes
podemos citar a Juan Mantovani, Juan Cassani, Juan Ramos, Alfredo Calcagno,
y Saúl Taborda.
Todas
estas teorías pedagógicas ponen el acento sobre los fines e ideales de la
educación, enfrentándose al enfoque positivista de la educación, que enfatiza
la transmisión de contenidos.
Leemos
tan precisa y claramente dicho por la profesora Sara Jafella: “Desde mediados
del siglo XIX y primeras décadas del XX, en el abigarrado escenario social,
económico y cultural de Europa y Estados Unidos, las transformaciones operadas
por el movimiento denominado Escuela Nueva- también conocido como Nueva
Educación, Escuela Activa o escolanovismo- fueron contemporáneas de variadas corrientes filosóficas y
epistemológico-sociales que dieron marco a diversas travesías en el
nacimiento histórico de la nueva escolarización.”[5]
La
primera expresión del escolanovismo se encontró entre 1859 y 1861, en Yasnaia
Polyana, en la escuela fundada por León Tolstoi. Sin embargo se ha tomado el
año 1889 como la inauguración del movimiento de la Escuela Nueva, pues fue cuando
Cecil Reddie fundó en Abbotsholme su New School, modificando los cánones de las
escuelas públicas inglesas. En 1893 Badley fundó el Colegio de Bedales con la
misma línea de trabajo pedagógico. Podemos citar una larga lista de
escolanovistas, como Edmond Demolins, Hermann Lietz, Georg Kerschensteiner,
María Montessori, Ovide Decroly, Helen Parkhurst, Carleton Washburne, Jhon
Dewey, William Kilpatrick, Cousinet, Freinet, entre otros. En Argentina
encontramos nombres como Leonilda Barrancos, Florencia Fossati, ambas
vinculadas a la gestación del movimiento de la Escuela Nueva y al nacimiento
del sindicalismo docente. José Rezzano quien fue delegado de la Liga Internacional de la Escuela Nueva, y su esposa,
Clotilde Guillén, quien introdujo en el país las ideas de Decroly, Rosario Vera
Peñaloza y las hermanas Olga y Leticia Cossettini.
Este
movimiento que se inicia en el siglo XIX, llega al nuevo siglo pleno de
producciones y experiencias educativas, cuyo énfasis está puesto en la
actividad de los alumnos, en el trabajo creativo, grupal, comunicativo,
solidario y por ende socializante.
Su
valor pedagógico y revolucionario a la vez de las prácticas educativas
escolarizadas, radica en haber cambiado el protagonismo, desplazándolo del
docente hacia el alumno. A partir de la Escuela Nueva, el
centro de la relación educativa, el sujeto indiscutible, es el educando. Esta
idea que giró ciento ochenta grados las concepciones educativas, llegó para
instalarse definitivamente. Sin el antecedente de este movimiento, no
estaríamos hablando hoy de pedagogías críticas.
Nos
circunscribimos hoy a la primera mitad del siglo XX, cuando la pedagogía
tecnicista, heredera del pragmatismo de Charles Peirce, William James, y Jhon
Dewey, se convirtió en el pensamiento
pedagógico oficial.
[1] Terán, O. Historia de las ideas
en la Argentina Diez
lecciones iniciales, 1810-1980. Bs. As. siglo XXI editores. 2008.
[2] Tedesco J.C. La instancia
educativa,.En Biagini H. (comp.) El movimiento positivista argentino
Bs. As. Ed. Belgrano, 1986.
[3] Jafella, Sara Alí. Perspectivas
filosóficas en las teorías de la educación de Argentina en el siglo XX. Un
enfoque desde la formación docente. Ponencia presentada al 1º Congreso
Nacional de Investigación Educativa, Universidad Nacional del Comahue,
Cipoletti, octubre de 1999
[4] Nassif, Ricardo. Pedagogía General,
Bs. As, Kapelusz, 1958
[5]
Jafella, Sara. Travesías
filosóficas y sociales de la “Escuela Nueva” en Europa y en Estados Unidos, La Plata, Ediciones Al Margen,
2006
sábado, 18 de agosto de 2012
El aula: un lugar de heterogeneidades
Abstract
Título: El aula: un lugar de heterogeneidades
Autora: Lerner, Marta Susana
Eje temático Nº 2
El aula: un lugar de
heterogeneidades
está organizado mediante tres premisas.
Primera
premisa: De la homogeneidad a la
heterogeneidad, en la cual se analiza como al aula siempre fue un fenómeno
social heterogéneo, aunque visiones tradicionales y pragmáticas la redujeran a
modalidades homogéneas que no asumieron ni resolvieron tal diversidad.
Contrariamente buscaron ocultarla en beneficio de la adhesión al discurso
hegemónico sustentado por los sectores en ejercicio de poder.
Segunda premisa: La heterogeneidad actual, donde se la reconoce signada por los avances
tecnológicos, los cambios en la producción y difusión cultural, las formas de
comunicación, los vínculos y los valores que se sustentan. Todos estros cambios
se conciben como expresión de la realidad y oportunidad de enriquecimiento de
los procesos educativos en el aula, donde llegan grandezas y miserias que en su
interioridad son puestas en diálogo y se convierten en puentes para la
convivencia.
Tercer premisa: Educar en la heterogeneidad teniendo en cuenta que ante los cambios ocurridos en la realidad es función de las
prácticas educativas acompañarlos y constituirse en usina de transformaciones.
Para ello se requiere movilizar la reflexión crítica, promover la autonomía de docentes y alumnos
produciendo entre ambos vínculos pedagógicos sustentados en la confianza mutua.
“creer en el otro”, respetarlo en su subjetividad es el trayecto hacia la autonomía
y la criticidad.
Bibliografía:
-Pineau, P. y otros. La escuela
como máquina de educar, Bs. As.
Paidós, 2005
-Giroux, H. Teoría y resistencia en educación, México.
Siglo XXI editores, 1992
-Davini, M. C. la formación docente en cuestión: política y pedagogía,
Bs. As. Paidós, 1995
-Davini, M.C. Métodos de enseñanza. Didáctica general para
maestros y profesores. Bs. As. Santillana, 2008
-Giroux, H. Teoría y resistencia en educación, 1º edición en
español, México, Siglo XXI editores, 1992
Barbero, J.M. Jóvenes: comunicación e identidad. En revista
de cultura: “<pensar Iberoamérica, año 0, febrero 2002
Nassif, R. Teoría de la Educación, Madrid, Editorial Cincel
S.A. 1980
Frigerio, G y otros (comps.). Construyendo saber sobre el interior de la
escuela, Bs. As. Novedades Educativas, 1999
miércoles, 25 de abril de 2012
La justificación de la Didáctica- 1º Ep
La presente es elaboración
conjunta de las alumnas de 1º año sección Ep del Profesorado para la Educación
Primaria.
Se
trabajó sobre ocho situaciones erróneas que de ser ciertas harían que la
Didáctica no fuera necesaria. Estas son suposiciones que Alicia Camilloni plantea
en su libro “El saber didáctico”.
Se
asignó una de tales situaciones a cada grupo y se obtuvieron los siguientes
resultados:
A-
La Didáctica no sería necesaria si sólo se
privilegiaran los resultados, es decir, la buena aplicación de recetas por
parte del educador sin importar si el sujeto adquiere o no el conocimiento. Por
ello se deben revisar las estrategias y modificarlas para enseñar mejor.
B-
La Didáctica posibilita la reflexión del docente
para poder cambiar las estrategias de enseñanza en su práctica. En cambio, esto
no sería necesario si las formas y modalidades de enseñar fuesen las mismas.
C-
Los contenidos de la enseñanza provienen de
campos disciplinarios organizados que se reúnen el los diseños curriculares. Si
los docentes fueran estructurados al momento de enseñar cumpliendo con lo
pautado en el diseño curricular como si fueran “recetas” que se dan sin
detenerse a pensar si los alumnos aprenden o no, actuando de esta manera la
Didáctica no sería necesaria.
D-
Lo que las personas deben aprender en cada ciclo
de su vida ha variado según los distintos marcos sociales. Si pensáramos que los componentes fundamentales
de los programas de formación deben enseñarse siempre de la misma forma, de
esta manera daríamos por resultas las cuestiones curriculares y didácticas.
Entonces la Didáctica no sería necesaria.
E-
Según la Historia y la Sociología, la educación
escolar no era para todos, sólo algunos podrían desarrollar conocimientos de
alto nivel y otros fracasarían sin poder completar sus estudios. Si creyéramos
que esta situación es deseable, entonces la Didáctica no sería necesaria.
F-
Algunos autores sostienen que las personas nacen
con limitaciones en cuanto a su aprendizaje, las cuales no se pueden modificar
a pesar del esfuerzo por cambiarla. Si creyéramos que el alumno no podrá
superar su capacidad de aprender, la Didáctica no se aplicaría y no sería
necesaria.
G-
Todo cuanto los alumnos aprenden es por
reglamentaciones de nivel nacional o provincial, las cuales establecen tipos de
instrumentos, escalas de calificación y regímenes de promoción. En algunos
casos las autoridades centrales de los sistemas determinan los criterios de
evaluación y establecen estándares para orientar la enseñanza y las decisiones
que pueden tomar los docentes. Por eso la Didáctica no sería necesaria ya que
estaría todo pautado y debe realizarse así.
H-
Si pensáramos que los maestros nacen sabiendo
todo lo necesario para desempeñar su función, entonces la Didáctica no sería
necesaria.
jueves, 19 de abril de 2012
El devenir de la significación de la ideología
Producción Prof.
Susana Lerner
Versión revisada
2012
Cuando se habla de ideología, se
está haciendo referencia a uno de los modos de ver las relaciones del
hombre con el mundo, las interpretaciones que desde allí surgen sobre la
realidad.
Poniendo el foco de atención en “uno de los modos…” expuesto en el
párrafo anterior, se comprenderá que la palabra ideología puede ser usada en
sentidos diferentes, tan amplios como decir que ella consiste en un conjunto de
creencias generales sobre el mundo y la sociedad, o tan restringidos como
decir que se trata de una Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación,
México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
falsa conciencia.
El origen del término nos remonta a
1801, en el período de la revolución francesa cuando Destutt de Tracy lo puso
en circulación, con el significado de ciencia de las ideas, tomando las ideas
con un sentido amplio, como estados de conciencia. La ideología surge como un
aspecto del sensismo (o sea de materialismo francés del S. XVIII) que reconocía
al análisis como único medio aplicado a la ciencia. Por tanto la expresión
“ciencia de las ideas” significaba en verdad “análisis de las ideas”. Para ello
las ideas tenían que descomponerse en sus elementos originarios: las
sensaciones. Las ideas entonces se derivan de las sensaciones. Se comprenderá
entonces que el proyecto consistía en tratar las ideas como fenómenos naturales
que expresaban la relación entre el hombre, organismo vivo y sensible, y su
medio natural de vida.
Para el conde Tracy el estudio de la ideología posibilitaba el
conocimiento de la verdadera naturaleza humana al preguntar de dónde provenían
las ideas y cómo se desarrollaban. Se trataba de un uso del término ideología
en sentido amplio.
Veamos el sentido restringido del
término, para lo cual es necesario recurrir a los planteos de Marx y Engels,
cuyas críticas a la ideología se basan en que las concepciones sobre la realidad son representaciones, modos
de pensar que no pueden fundamentarse racionalmente. Son supuestos, creencias
no justificadas que originan una conciencia falsa de la realidad.
Para Marx la ideología es el
conjunto de ideas (erróneas en su mayoría) cuya relación con la realidad es
menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su
estado de opresión.
Se produce una doble
universalización de las ideas. Por un lado da por universalmente válido sólo un tipo de relación social,
cuando en verdad existen relaciones sociales históricamente determinadas y
diferentes entre sí. Por otro lado presenta como valores universales para todos
los hombres, aquellos que sólo rigen para un grupo, en una situación
particular.
Esta universalización de las ideas
responde a intereses de clase. La ideología dominante es siempre la ideología
de la clase dominante. Cuando una clase social asume el poder presenta su
interés como el interés común de todos
los miembros de la
sociedad. Si bien Marx consideró en principio que no
necesariamente es una operación consciente que intenta engañar, sino que
responde a la firme convicción de manejar conceptos universalmente válidos;
Engels señaló que la falsedad de la ideología de debe a que los intereses que
oculta permanecen desconocidos.
Debemos entender que se trata de
intereses de la clase dominante, de todo aquello que la favorece para lograr o
conservar una situación de poder en la
sociedad, en un momento histórico determinado, propiciando o más específicamente
forzando la adhesión general.
“Al adherirse a ellos todos los individuos, acaban
aceptando el punto de vista de la clase dominante, dirigiendo su conducta por
sus valores, se someten mentalmente a las creencias que favorecen y expresan
los intereses de esa clase. Así, en la ideología el dominio real se disfraza y
aparece como si fuera exclusivamente un
dominio de las ideas, sobre las conciencias. El individuo cree obedecer en su comportamiento a ideas universalmente
válidas y en verdad obedece, sin saberlo, al orden de dominio de una clase.”[1]
Destutt de Darcy (1754-1836) representa la
ideología francesa, Marx (1818- 1883) y Engels (1820- 1895) representan la
ideología alemana. Se llega con ellos hasta el S XIX. En el S. XX la ideología es considerada como un problema
de comunicación social. Para Habermas, por ejemplo la ideología expresa la
violencia de la dominación que distorsiona la comunicación. Esta
distorsión es consecuencia de una razón instrumental que produce la ciencia y la tecnología como ejes de la
dominación social. Para salir de esta “trampa” es necesario instalar la
significación de la emancipación y de la liberación.
Se habla de ideología cuando una
idea es compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. Puede
tratarse de grupos pequeños y cerrados como las sectas, o de grupos mayores y
abiertos como un partido político.
La ideología interpreta y justifica
los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales a cuyos
intereses sirve. Existe una dialéctica entre las ideas y las necesidades
sociales, ambas indispensables para configurar una ideología. En esta línea y
siguiendo el pensamiento marxista se puede comprender que el papel de la
ideología es proporcionar un mínimo de consenso social necesario para justificar
el predominio de una clase sobre el resto de la
sociedad y del poder político y económico, por eso cuando una ideología
dominante no cumple eficazmente su función hace aumentar la tensión social, es decir la lucha de
clases, que contribuye a la crisis de un modo de producción y como consecuencia
su transición a otro modo de producción. Esto ocurre cuando hay una
inadecuación de la ideología dominante a nuevas condiciones o el surgimiento de
ideologías alternativas que entran en
competencia con ella, entonces se producen las crisis ideológicas, que terminan
con una transición hacia modelos diferentes que se vuelven hegemónicos.
Hacia 1998 el filósofo Jean Pierre
Faye denominó al Siglo XX como el siglo de las ideologías. El término
ideología, reservado en el Siglo XIX al debate intelectual, se convierte en el
Siglo XX en el vehículo de grandes movimientos sociales y de pensamiento, sobre
el soporte de grandes masas que son adoctrinadas por los nuevos medios de
comunicación: la propaganda, la violencia
y la represión.
Hacia finales del Siglo XX (1980- 1990) el concepto de ideología sufre
una devaluación por su inadecuación a los nuevos paradigmas intelectuales emergentes genéricamente llamados
posmodernos, que proponen un pensamiento débil, una ideología flexible y
acomodable a las situaciones de cambio desconcertante que ocurren en el período
de final de siglo y milenio (especialmente la caída del muro de Berlín y el
desmembramiento de la
Unión Soviética) Esta situación es recogida por Fukuyama “un
funcionario gris de la administración de Bush -politólogo también- que
pronuncia una conferencia con el título de Fin de la Historia, en la que dice:
“Ya está todo dicho, todo acabado…Estamos situados en el pensamiento liberal
como única salida para la
humanidad. No hay más que hacer. Seguiremos viviendo así. “La
historia ha terminado”[2]
.
Con esta conferencia Fukuyama
anuncia no sólo el fin de la Historia, sino también el fin de las ideologías y
su reemplazo por el pensamiento único, que no es más que otra ideología,
planteada como la única posible, de corte neoliberal.
No obstante la Historia continúa su
devenir y las ideologías continúan ofreciendo diversas representaciones del
mundo que se pueden adoptar sin análisis previo, por tradición familiar, por
sentido de pertenencia a una clase social, a un grupo social, por
obediencia a mandatos dominantes, por
miedo, por comodidad, por inconsciencia, por permitir ser masificado,
manipulado, etc. Pero también hay personas o sectores sociales que se
identifican con ciertas ideologías previo análisis crítico, con plena
conciencia, por concordar con los valores que se sustentan.
Adherir a una ideología depende de
actitudes personales y/o sociales, que la pueden convertir en posicionamientos
críticamente adoptados, o tradiciones adoptadas sin mediar el análisis y la reflexión sobre las mismas. Desde
las identificaciones que hacen de ella
los sujetos sociales, puede tratarse de
apropiaciones críticas o ingenuas.
Vamos a trabajar a partir de las identificaciones y la apropiación
crítica. Si bien el marxismo tradicional ha enfocado a la ideología desde
las relaciones de dominación, análisis posteriores la han entendido en un
sentido diferente, concibiéndola como creencias y discursos construidos para
satisfacer necesidades e intereses de grupos específicos, como por ejemplo de
la clase trabajadora, que les permite acceder a la posibilidad de desarrollar
una visión critica del mundo. Nótese que no nos estamos situando en el lugar de
la identificación, sino en el de la
construcción de la ideología, situándola en la tensión entre la dominación y la
participación y la crítica.
De tal modo se reconoce a la
ideología como un proceso activo ligado a la noción de lucha y que produce
significados acerca de la realidad
esclareciendo relaciones de poder e intereses. Así entendida se trata de
una ideología crítica, específica en
la medida en que funciona para resistir
la dominación de clases o cualquier otra forma de dominación. Posibilita
además identificar los contenidos de todas las otras formas de ideología y juzgar
la verdad o falsedad de dichos contenidos. Su verdad consiste en servir a intereses emancipatorios
de clase con la cualidad de ser
transformadora de la realidad. Esta cualidad establece un vínculo entre
ella y la participación humana. Esta participación implica servir para pensar y
actuar en favor de una existencia cualitativamente mejor.
Una ideología actúa en varios
niveles:
-a nivel de
experiencia cotidiana,
-a nivel de las
representaciones culturales.
-a nivel de los
mensajes de las prácticas materiales producidas dentro de las tradiciones
históricas, existenciales y de clase.
Vamos a intentar situar estos niveles en los ámbitos de la
escolarización y entonces nos preguntamos: ¿Cuál es la relevancia de la
ideología crítica para una teoría de la escolarización? Para encontrar una
respuesta es necesario explicar cómo se producen, reproducen y resisten las
experiencias y las tradiciones históricamente específicas en la vida cotidiana
de la escuela.
Identifiquemos primero los mensajes
tácitos contenidos en las rutinas diarias en la vida escolar y descubramos en
ellos los intereses emancipatorios o represivos a los que sirven estas rutinas.
Es interesante al respecto analizar el discurso de los docentes no sólo cuando
se dirigen a los alumnos, sino también cuando hablan de ellos con sus colegas o
con amigos y conocidos.
Es de igual relevancia analizar cómo
los docentes comprenden la relación entre capital cultural e ideología que
traen los alumnos (aunque corramos el riesgo de encontrar a veces que no hay
comprensión de ninguna especie, ni toma de conciencia al respecto de parte de
los docentes)
Asimismo es relevante para nuestra propia
comprensión indagar acerca de cómo los
estudiantes ven sus ideologías y su capital cultural como significativos
(aunque en este aspecto también corremos el riesgo de encontrar un nivel de
inconsciencia respecto de si mismos o aún de desvalorización).
En este punto creo necesario invitar
a la reflexión sobre la importancia de esta relación entre capital cultural e
ideología y a su toma de conciencia tanto de parte de los docentes como de
parte de los estudiantes, a los efectos de promover acciones participativas y
emancipadoras. Se hará posible de este modo
establecer otra relación entre el discurso y las prácticas educativas.
Tendrá esta relación un carácter dialéctico que permitirá concebir a la
ideología como algo más que una cuestión de discurso y lenguaje, tendrá también
el sentido de experiencias vividas en la vida diaria como elementos
constitutivos del sentido común.
Llevemos esta relación a la vida
diaria en el ámbito escolar, en el cual la ideología nos hará comprender las
relaciones sociales contenidas en el discurso educativo y las condiciones del
contexto sociohistórico en el cual se producen pudiendo develar el sentido de
los mensajes contenidos en el sentido común y ubicando históricamente los
intereses que los estructuran. Es necesario que educadores y estudiantes
desarrollen una conciencia histórica a partir de la ideología crítica para no
ser reducidos a meros portadores de la historia, sino que puedan asumir su
protagonismo explorando las condiciones que generan tales o cuales condiciones
en los diferentes contextos socio-históricos.
En toda reflexión crítica subyace la
dimensión ideológica que no sólo nos revela los valores históricos y sociales
que interviene en la construcción del
conocimiento, sino que fundamentan la producción misma de conocimientos.
Ubicamos la dimensión ideológica en
la esfera de la conciencia crítica que les genera a las personas la habilidad
de pensar dialécticamente, es decir tanto de ver críticamente el objeto de
análisis como el proceso implicado en el análisis que produce significados.
Concluimos en que la ideología constituye un proceso de producción,
representación y consumo de significados.
Tal proceso supone una comprensión
reflexiva de los intereses incluidos en él y de cómo estos intereses pueden ser
transformados, desafiados o mantenidos para promover dinámicas de pensamiento y
acciones criticas de transformación
social.
Es interesante descubrir que los
intereses no siempre tienden a la transformación social emancipatoria. Mediante
la ideología crítica también se pueden descubrir intereses que abonen la dominación.
¿Cómo evitar que la ideología sirva
a la dominación? Para ello hay que analizar los elementos ocultos en cualquier
objeto de análisis y revelar su función social. Tomemos por ejemplo la escuela,
el currículum y las relaciones sociales que por fuera de la ideología crítica,
no son objetos de análisis críticos.
Para desarrollar una teoría de
ideología y escolarización dialéctica es necesario reconocer que tanto los
individuos como las clases sociales son el medio y el resultado de las
prácticas y los discursos ideológicos.
De
estas prácticas y discursos resultan a
su vez, significaciones que se localizan tanto en las diferentes dimensiones de
la subjetividad y la conducta como en
los textos y prácticas del salón de clases que estructuran, limitan y posibilitan
la acción humana.
Para elaborar una teoría de la
ideología crítica se toman como principios de organización:
-la
reproducción
-la
producción
-la
reconstrucción
La
reproducción: Se hace necesario analizar los mensajes de los textos y prácticas
sociales inscriptos dentro de marcos históricos específicos y contextos
sociales, y descubrir como legitiman los intereses del orden social dominante.
Al respecto es interesante ver como desde la forma de estructurar los textos
escolares y las relaciones sociales del salón de clases se legitiman las formas
de aprendizaje que promueven la pasividad y el seguimiento de reglas impuestos
desde el ejercicio del poder. No se promueve el compromiso crítico de maestros
y estudiantes.
La
producción: (o mediación) Los textos son mediados
por sujetos humanos; los significados son siempre producidos por agentes
humanos cuando confrontan y comprometen formas culturales como los textos, las
películas y los paquetes curriculares. Por lo tanto habrá que analizar cómo son
mediadas las ideologías reproductivas en los textos y en las prácticas sociales
y habrá que tener en cuenta que la producción de ideología depende del capital
cultural de quien la produce.
La
reconstrucción: Se plantea en este aspecto el
problema de la apropiación y la transformación crítica. Entonces los intereses
que subyacen en los textos, representaciones y prácticas sociales serían
identificados, desarmados y reformados, es decir se haría una reconstrucción
que implicaría la apropiación de los elementos materiales útiles y su
reestructuración como parte de la producción de nuevas ideologías y
experiencias colectivas conducentes a la producción de conocimientos nuevos
vinculada a actividades transformadoras que permiten desarrollar formas de
praxis radicales dentro y fuera de las escuelas.
Teniendo en cuenta estos tres
principios se accederá a concebir la ideología como un constructo que permite
comprender cómo el significado es producido transformado y consumido por los
individuos y los grupos sociales. Es una herramienta para el análisis crítico que
investiga más allá de las formas que aparece el conocimiento del salón de
clases y las prácticas sociales. En consecuencia como constructor político la
ideología cuestiona:
A)
¿Por qué los seres humanos
tiene un acceso desigual a los recursos materiales e intelectuales que
constituyen las condiciones para la producción,
consumo y distribución de significados?
B)
¿Por qué ciertas ideologías
prevalecen en ciertos momentos y a qué intereses sirven?
Las respuestas a estos interrogantes
implican un análisis de las relaciones entre la cultura, el contexto
sociohistórico, las relaciones de poder y la capacidad de resistencia que tejen
la trama de las relaciones sociales en el marco de las construcciones
ideológicas de cada tiempo y de cada lugar.
“Como instrumento
pedagógico, la ideología resulta útil para comprender no sólo cómo las escuelas
confirman y producen significados, sino también cómo los individuos y grupos
los producen, negocian modifican o se oponen a ellos.”
Henry
Goroux
Bibliografía:
-Villoro, Luis. El concepto de
ideología en Marx y Engels. Univ. Autónoma Metropolitana Iztapalapa.
-Sotomayor Reina. Qué es el
pensamiento único, Córdoba, España, INET, 2006.
-www Gramsci.org.
-Massun, I. Las ideologóias en el
Siglo XXI, Bs. As, Ed. Métodos. 2007
-Capdevilla, N. El concepto de
ideología, Bs. As, Nueva Visión, 2006
-Jafella, S. Opinión Pública y
Mass media en la teoría social de Habermas, Bs. As, Ed. Almagesto, 2000
Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación,
México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
jueves, 12 de abril de 2012
Justificación de la Didáctica
Construyendo socialmente
El presente documento de apoyo es una construcción
social de las alumnas de 1º Ai del Profesorado para el Nivel Inicial. Las alumnas
se organizaron en pequeños grupos, cada uno de los cuales trabajó sobre un ítem
de los planteados por Alicia Camilloni, en su libro “El saber didáctico”. En
esta obra la autora plantea ocho situaciones en las cuales no sería necesaria
la Didáctica.
¡Buen tema para la discusión! Así fue porque las
alumnas después de analizar grupalmente cada una de estas situaciones, pusieron
al común lo elaborado y resultó lo siguiente:
A-
la Didáctica no
sería necesaria si el que enseña no tendría verdadero interés en que el otro
aprenda y si se creyera que no se puede enseñar mejor.
B-
No sería
necesaria la Didáctica si creyéramos que todas las estrategias y formas de
enseñar que existen tienen el mismo valor, que son igualmente eficaces para el
propósito de educar.
C-
La Didáctica no
sería necesaria cuando no se aplican distintas herramientas para establecer una
buena enseñanza, es decir transmitir los conocimientos siempre con la misma
metodología.
D-
No sería
necesaria la Didáctica si se creyera que
las necesidades básicas curriculares están cumplidas. Sin embargo ante los
cambios en la sociedad esto no se cumple por las diferentes etapas de vida de
los alumnos y los cambios culturales, sociales y políticos.
E-
La Didáctica no
sería necesaria si creyéramos que la enseñanza no se puede modificar y que no
todos pueden acceder a los conocimientos superiores.
F-
Hay personas
nacidas con un límite de aprendizaje. Ante esta situación la Didáctica no sería
necesaria si los profesores se limitaran a identificar cuáles son los alumnos
que están en condiciones de aprender y cuales no podrán superar su incapacidad
natural.
G-
La Didáctica no
sería necesaria si nos quedáramos con la misma estructura y criterios de
evaluación, porque no avanzaríamos en el plan de estudios dejando los
conocimientos incompletos. Un ejemplo
sería el cambio en el diseño curricular implementando un año más para la
especialización en educación maternal.
H-
La Didáctica no
sería necesaria si los maestros nacieran con todos los saberes y conocimientos y
el crear métodos para la enseñanza se convirtiera en algo sin sentido.
martes, 10 de abril de 2012
La historicidad de los sujetos pedagógicos.
Es la
Pedagogía una ciencia social, cuyo objeto de estudio es la educación de las mujeres
y los hombres, de todas las culturas.
Cuando
decimos “cultura” hacemos referencia a un concepto intrínsecamente ligado a la
condición humana que incluye una multiplicidad de aspectos entre los que
podemos citar las fuerzas materiales de producción, los conocimientos de todo
tipo, desde los más simples y elementales hasta los más elaborados y
académicos, los atravesamientos ideológicos con que se configuran las representaciones de
la realidad, en suma todo aquellos que los seres humanos producen, inventan,
transforman.
Al concepto
de cultura, así concebido le es propia una relación dialéctica con la educación,
por ser ésta el vehículo a través del cual se perpetúa en el tiempo, se conserva
pasando de generación en generación, a la vez que se modifica por las acciones transformadoras de los
propios sujetos.
Esta relación entre cultura y educación por
ser inherente a la condición humana, al punto de exclusividad y reciprocidad,
es constructora de subjetividades.
Tanto las acciones
educativas, como las producciones culturales son objetos de reflexión, mediante
los cuales los sujetos se piensan a sí mismos. Nosotros vamos a trabajar en
esta clase las reflexiones sobre la educación en contextos histórico-culturales.
Es decir vamos a penetrar en un espacio pedagógico.
Estas
cuestiones: la educación, la cultura, la Pedagogía mantienen una relación de
construcción simultánea, sin la cual ninguna de ellas tendría sentido, presencia,
ni permanencia en las sociedades a través
de los tiempos.
Desde las primeras agrupaciones de
todas las etnias, la educación ha sido un componente de las tramas sociales,
ligado a cuestiones de supervivencia, conservación de la especie, transmisión y
transformación de cultura. La Pedagogía también.
En el plano individual, la educación
comienza con cada uno, desde el nacimiento, y se constituye en un proceso
continuo y dinámico en la historia de cada vida. Las acciones educativas ocurren permanentemente en el devenir de cada
ser humano y sus relaciones con los otros, en un entorno sin el cual nunca
alcanzaría a desarrollar su subjetividad. Las reflexiones pedagógicas también.
Leemos en
una antigua Historia de la Pedagogía:
…pocos asuntos han provocado, como la educación, el esfuerzo del
pensamiento humano…Débese esto, en primer lugar a que las cuestiones de educación,
que con cada generación se renuevan, ejercen sobre los espíritus una atracción
irresistible y sin cesar renaciente. Depende también de
que basta ser padre para sentir aficiones a la pedagogía.[1]
Esta
referencia a la paternidad, ligada a las preocupaciones por la educación, nos remonta
a todos los grupos humanos, hasta los más primitivos y a todos los padres, aún
los que participan de formas culturales restringidas.
Desde
siempre, sobrellevar la vida ha
implicado acciones educativas, y reflexiones sobre ellas. Por eso se puede
afirmar que la educación y la Pedagogía han existido desde las primeras
manifestaciones de vida humana sobre el planeta.
No obstante
la Pedagogía ha desarrollado una evolución tal, que hoy fue posible iniciar esta clase, con la afirmación: “La
pedagogía es una ciencia social”. No siempre fue así:
“La pedagogía como ciencia surge después de un largo proceso
de desarrollo, pasando de experiencias cotidianas, de opiniones aisladas acerca
de la educación, a acabados sistemas pedagógicos.” [2]
En la antigüedad, signada por el modo de producción
esclavista, las experiencias y los criterios sobre la educación reflejaban las visiones filosóficas de la época,
sin alcanzar la categoría de generalizaciones científicas.
Con el advenimiento de nuevas formas
de producción, como el feudalismo, pero sobre todo del capitalismo, la
organización de la vida social, el desenvolvimiento histórico, el ejercicio del
poder de los sectores gobernantes, impusieron la necesidad de conocimientos más
profundos y sistematizados sobre la educación.
Hemos dejado establecido en clases
anteriores que mediante la convivencia social, y los procesos educativos que se
generan en ella, se va construyendo el sujeto. Hemos analizado que el sujeto es
pasible de múltiples polos identitarios que lo van configurando como un sujeto
social a la vez que como un sujeto de la educación, es decir como un sujeto
pedagógico.
Nuestro trabajo en esta clase es
atender la evolución histórica del sujeto pedagógico. Para ello necesitamos un
supuesto básico, que vamos a encontrar en la cita de Ricardo Nassif, un clásico
de la Pedagogía argentina:
“Toda nuestra vida es el fruto de un permanente contacto de
nuestra subjetividad con las influencias exteriores que rechazamos, aceptamos o
transformamos, pero que nunca están ausentes, sino muy presentes y en forma
concreta y real.
La educación es también una realidad en la vida de las
comunidades. Para comprenderlo es preciso apelar al sentido de lo real. En su
acepción más amplia real es lo inserto en el espacio y en el tiempo; lo que
está en el espacio y se desenvuelve en el tiempo” [3]
Instalado este supuesto se comprenderá que la construcción de los sujetos pedagógicos ha
ido variando con el devenir del tiempo y los espacios diversos.
Si nos
remontamos a la antigüedad, a partir de nuestra tradición greco-romana nos
encontraremos con diferencias en las concepciones antropológicas, en la construcción
de los sujetos pedagógicos y por ende en la educación entre los espartanos, los atenienses, los romanos y los cristianos.
Si bien en
términos muy amplios se hace referencia a sujetos pedagógicos ideales éstos no
son más que una respuesta generada desde discursos hegemónicos. Así se habla en
el caso de Grecia del hombre sabio, en el de Roma del hombre práctico, en el
caso del cristianismo del hombre santo y en el caso de la Modernidad del hombre
racional. Si nos introducimos en la temática, bastarán unas pocas lecturas para
darnos cuenta de la existencia de diferencias al interior de estas sociedades,
dadas por sus estructuras, cambiantes además con el devenir de los
tiempos.
Veamos Grecia, comenzando por Esparta, donde el fin primordial de la educación era
la formación del hombre guerrero, nunca considerado individualmente, pues sólo
tenía sentido dentro de la comunidad.
Poseían el hábito de la obediencia hacia las leyes y el respeto a los mayores,
lo cual proporcionaba a la comunidad una fuerte unificación interna. Las
prácticas educativas estaban a cargo del estado exclusivamente, que la impartía
de acuerdo a una concepción antropológica según la cual todos los hombres eran
iguales, sin distinción de clases pues todos tenían los mismos derechos, debían
llevar la misma vida sin importar la fortuna de que dispusiera su familia,
porque de todos la polis esperaba los mismos servicios. En este sentido de la
igualdad se incluía a las mujeres, que eran educadas para hacer de ellas seres
robustos para procrear hijos sanos y fuertes y anteponer la patria a sus
hijos o maridos. Tanto los hombres como
las mujeres colaboraban íntegramente al
engrandecimiento de la polis.
En Atenas en cambio, la educación tuvo
por finalidad la formación del ciudadano, su carácter social y político,
atendiendo a la vez a la “persona”. Trataron de formar al individuo en sí
mismo, pero fiel al estado. Por tal motivo es que el ideal de la educación
ateniense fue la armonía entre la bondad y la belleza, la virtud como un ir de
camino hacia la verdad.
No
obstante, en el caso de Atenas no puede hablarse de “los iguales” como se llamaban
entre sí los espartanos, pues la sociedad estaba dividida en estamentos
económicamente determinados, que establecían diferencias en el acceso a la educación.
Mientras los hijos de artesanos sólo aprendían las nociones básicas de lectura,
escritura y cálculo, los hijos de las clases acomodadas podían dedicarse a una
completa educación del cuerpo y el
espíritu. Dicho esto sin descuidar que estamos tratando la educación de
sociedades con esclavos, desposeídos hasta de la condición humana. En Esparta,
por ejemplo, los jóvenes como parte de su educación hacían ejercicios de caza
que consistían en sorprender y matar esclavos. En Atenas aparece el pedagogo en
la figura del esclavo que acompaña al niño a la escuela. Los esclavos estaban
al servicio del resto de los estamentos sociales, en situaciones desventajosas
y como es de suponer eran educados para tal estado de vida. Entonces no todos
los griegos eran sujetos pedagógicos educados para ser hombres sabios.
Veamos Roma, en la antigüedad. Una vez
más comprobamos que los sujetos pedagógicos varían en su construcción según los tiempos y los espacios, porque no
podemos referir un tipo de acción educativa única en la Roma de la antigüedad.
En la época de la República, hasta la conquista de Grecia (S.III antes de
Cristo), los romanos se educaban en la familia, sustentado los valores de
austeridad, seriedad, sentido del honor, la dignidad y la honradez en las
relaciones con los demás. No tenían otros maestros que no fueran sus padres y
la naturaleza. Cultivaban las virtudes prácticas en una rigurosa disciplina
doméstica donde la autoridad del padre era absoluta pues merecía ciega obediencia, y la figura
materna ejercía fuerte influencia con un prestigio de matrona que imponía
respeto. Se agregaba la influencia religiosa a la acción de la familia, lo que
le otorgaba un hálito de moralidad.
Los romanos
iban del campo al Senado, fueron un pueblo de agricultores, legisladores, conquistadores y colonizadores, que tenían un sentido de la
educación personal y alejada de teorizaciones: pocas ideas pedagógicas y muchas
acciones educativas, se aprendía en contacto con la realidad, por imitación a
los padres y antepasados.
El pueblo romano
sentía el trabajo como algo necesario y hermoso, mientras que para los griegos
el trabajo era algo deshonroso y propio de los esclavos.
A partir de
la conquista de Grecia, en la época de los emperadores dominaron las influencias
atenienses con una marcada tendencia hacia la literatura, las artes en general
y la oratoria. Se abrieron las primeras escuelas (fines del tercer milenio a.
C.); no perduraron las costumbres primitivas, los rectores y los filósofos se
convirtieron en maestros; los padres dejaron de educar a sus hijos e imitando a
los atenienses los entregaban a esclavos
que hacían las veces de pedagogos. Esto nos indica que Roma fue también
una sociedad esclavista, lo cual es decir que en sus concepciones
antropológicas, sustento de la construcción de subjetividades, hay
desigualdades entre los hombres, hay ciudadanos y esclavos.
Si bien la
construcción de los sujetos pedagógicos variaba en Roma respecto de la posición
social, el ejercicio del poder y la
época existió una concepción generalizada de hombre práctico, aún con las
diferenciaciones que hemos analizado.
Frente a
los modelos antropológicos/pedagógicos de griegos y romanos en la antigüedad, el cristianismo introdujo nuevos
elementos en la conciencia impulsando la educación moral de los hombres, a los
que sumó la idea de igualdad y el espíritu de la caridad. La construcción del
sujeto cristiano se basó en las enseñanzas de su profeta mayor: Jesucristo, considerado hijo de un
dios único.
Esta idea
de dios se diferencia de los dioses humanizados del paganismo, del dios
intelectualizado de Aristóteles o del dios de la alianza judía.
El
cristianismo instala la idea del “prójimo” con el cual se establecen relaciones
de igualdad, y el concepto del “sí mismo”
que mediante el libre albedrío construye su dignidad individual.
Según la
doctrina cristiana, los aspectos materiales sujetaban a los hombres a la sociedad
por eso como súbditos de un tirano,
debían someterse y como ciudadanos de
una república debían dar la vida por ella; pero en cuestiones del alma eran libres,
sujetos sólo a su Dios. A partir de estas concepciones de hombre, su educación
giraba en torno a la formación de la persona humana, con un destino común para
todos.
“Todos
se consideraban iguales ante Dios”, es
un aspecto relevante del cristianismo de los primeros tiempos, dado que en un
mundo de desigualdades sacaba a pobres, esclavos y desheredados de su miserable
condición para prometerles una vida
eterna en un paraíso celestial, y una vida terrenal en la cual todos podían
acceder a la misma instrucción, a la libertad y a la justicia.
La Edad media comienza con la caída del
Imperio Romano, sin embargo en lo que a educación se refiere no se habla de
cambio en el momento mismo de la desmembración del Imperio. El cambio puede
colocarse antes o después. Si lo reconocemos anterior, entonces la Edad Media
para la educación es coincidente con el
surgimiento de las escuelas monásticas.
Los
monasterios se constituyeron en centros de refugio de la cultura existente,
soportaron las invasiones bárbaras, mantuvieron la tradición y el legado
cristiano hasta la llegada de Alcuino y las escuelas carolingias.
Si
reconocemos el cambio después de la caída del Imperio, éste está signado por la
llegada del monje Alcuino, bajo las órdenes de Carlomagno.
La figura
de Carlomagno es relevante para la educación en la Edad Media pues produce una
unificación de la tradición romana-cristiana con las nuevas instituciones
bárbaras. Convencido de la importancia de la educación empieza por reformar la escuela de palacio, bajo las órdenes
del monje Alcuino. Quiere que los príncipes y nobles que frecuentan la escuela
reciban una verdadera formación literaria. Además, decreta en el año 789 que
los curas párrocos instruyan en las escuelas parroquiales a todos los niños
de la parroquia, sean nobles o plebeyos. También insiste en que en las escuelas episcopales, destinadas a la
preparación de sacerdotes, se les instruya convenientemente.
Las
escuelas han tomado una nueva vertiente y la educación dejó de estar monopolizada por los monasterios (escuelas monacales)
Entre los Siglos IX y XIII aparecen y se desarrollan las organizaciones universitarias. Alcuino establece el programa de las escuelas a
partir de las siete artes liberales, dividiendo las enseñanzas en el trivio:
gramática, dialéctica y retórica; y el cuadrivio: aritmética, geometría, música
y astronomía.
En la
práctica las enseñanzas del trivio predominaron sobre las del cuadrivio, de
modo que las materias científicas tuvieron durante la edad media siempre un
carácter marginal.
La
educación medieval puso de manifiesto una profunda fe en los valores del espíritu, concibió la educación como un
proceso interior que el educador ayuda a descubrir y desarrollar. La disciplina se concibió como
un medio de perfeccionamiento moral. La enseñanza era formal, pasiva, mecánica
y dogmática. La finalidad fue purificar el
espíritu, alejar a los niños de la cultura pagana, elevar el espíritu a Dios
mediante la meditación, la oración, las prácticas del culto, las virtudes
teologales.
La
individualidad cayó en el olvido, supeditada a la concepción teocéntrica del
mundo y la vida. La vida como tal no importaba, ya que lo fundamental era el
Reino Eterno. Sobre el hombre común medieval se ejercía una influencia
ideológica tal que no le importaba su situación temporal porque esperaba su recompensa, no temía sufrir
porque sería recompensado con la vida eterna en un paraíso celestial.
La perfección
cristiana fue el objetivo general de la educación. A diferencia de la paideia
griega que buscaba la perfección del sujeto mediante la educación, la educación
medieval masificaba en virtud del teocentrismo, teniendo como finalidad última
el sentido ético-religioso de la vida.
La
construcción social del sujeto pedagógico del medioevo estuvo impregnada del
principio de autoridad, nunca sometido a juicio crítico. La autoridad no provenía
del profesor que impartía el conocimiento, éste era solamente un representante
del Cristo, el único maestro. Entonces la función docente se limitaba a ser un
intermediario entre la cultura y el
aprendizaje de los alumnos, un simple “lector” que podía esclarecer las ideas
pero siempre atento a la verdad revelada. La enseñanza era verbalista y memorística;
negación del razonamiento y la creatividad
En la Edad Media existía la
concepción del conocimiento como revelación de Dios a los hombres
|
Si bien en
el medioevo hubo una primera etapa cerrada a toda innovación, también hubo una
segunda etapa en la que intervinieron las escuelas catedralicias y
palatinas, que generaron modificaciones
en las concepciones y prácticas educativas, y aún una tercera etapa en que
florecieron las universidades, que impulsaron la crítica personal y la
creatividad. Lo dicho marca una evolución en que la construcción de la
subjetividad se fue abriendo a logros culturales que iniciaron un rescate del
intelectualismo y el esteticismo clásico.
Como
expresión de este proceso de cambios, se comienza a desarrollar en Europa una etapa de transición a la se llamó Renacimiento. Se la considera una bisagra entre el medioevo y la
modernidad. “Fue una especie de revolución intelectual”, según lo expresan
Alberto Malet y J. Isaac[4]. Esta
revolución estuvo a cargo de los humanistas dedicados al estudio de los grandes
escritores de la Antigüedad. Los humanistas fueron escritores que se esforzaron
en imitar a los antiguos maestros en la forma y en el espíritu, coleccionistas
que recuperaron textos perdidos durante la Edad Media y profesores que
desarrollaron un espíritu nuevo, de libre investigación y de libre examen, germen
del espíritu moderno.
El Renacimiento
no fue sólo un movimiento literario, sino también artístico en general, notorio
en las artes plásticas, en la escultura y en la música. En cuanto al trabajo
científico marcó la vuelta a los métodos de observación y experiencia sobre cuya base se creó la ciencia moderna.
En el S. XVII Descartes (1596-1650) gestó
una corriente racionalista centrada en el cogito o pensamiento que prioriza
al sujeto en tanto sujeto pensante.
El antropocentrismo reemplazó al
teocentrismo medieval, se configuraron
los Estados como esferas políticas autónomas
de toda influencia divina, la ciencia es concebida como saber emergente del
proceso de secularización de la cultura, los descubrimientos geográficos
ensancharon el planeta. Es clara y precisa la expresión de Pérez Tapia:
“¡Quedaba tanto por hacer! ¡Había tanto
por conocer! Pero se contaba con el instrumento adecuado para ello: la razón.[5]
Resumiendo el pensamiento de Sara
Jafella[6] puede
decirse que el siglo XVIII es conocido como
Siglo de las Luces, Ilustración o Iluminismo (Aufklárung),
por cuanto sus principales pensadores consideraron
que es la Razón del hombre la que promueve la búsqueda de la verdad y provoca
la luz interior del conocimiento crítico. Los principios básicos de este
movimiento filosófico y social tuvieron como centro a Francia en el campo de
las ideas. Desde el punto de vista de los pensadores sociales, alcanza hegemonía
el pensamiento de los filósofos ilustrados entre los cuales debemos indicar a
los denominados Enciclopedistas, que emprendieron la pesada tarea de registrar
y compendiar el desarrollo del conocimiento hasta esa época, bajo la dirección
de Diderot (1713-1784)
y D'Alambert (1717-1783). La Enciclopedia o Diccionario razonado de las
ciencias, las artes y los oficios (1751-1766) iniciada por filósofos
del Iluminismo francés, fue una obra de alto costo dado que tuvo varias
interrupciones y no pudo ser concluida. Sin embargo, para algunos historiadores
contribuyó al desenvolvimiento de ideas optimistas sobre el
"progreso" de la Humanidad, expresadas en la historización de las
creaciones culturales del hombre. Además de los aportes de los pensadores
anteriormente nombrados, participaron en su redacción otras figuras destacadas
como el alemán residente en París, Holbach (1723-1789). Diderot, además, se
destacó por sus propuestas acerca de promover una educación elemental común a
cargo del Estado republicano surgido de la Revolución de 1789- para todos los
niños de Francia. Además, en 1762, asesoró a la reina Catalina de Rusia en un
programa de educación para la juventud, patrocinado por el Estado.
El movimiento de la Ilustración en
Francia es considerado como hegemónico centro de irradiación de ideas de
libertad e igualdad del hombre proclamadas por los ideólogos que contribuyeron
a la puesta en marcha de la Revolución Francesa, en la que tuvo protagonismo la
nueva clase social de la burguesía frente a los poderes hasta ese momento
canónicos de la monarquía, la nobleza y el alto clero. Este movimiento
filosófico, político y social dio los fundamentos a la denominada Modernidad
que, en filosofía, se inaugura con el racionalismo de Descartes antes
mencionado-. En el campo de las formaciones sociopolíticas, científicas y culturales
se impone la concepción filosófica del racionalismo, es decir, la
preeminencia de la Razón como eje rector de las acciones del hombre y el
modo de organización de la sociedad.
La Razón promueve una forma de
nivelación de los hombres en la medida en que todos son iguales por su
condición de sujetos racionales y por el ejercicio de tales facultades de conocimiento;
por consiguiente, a todos por igual les correspondían los mismos derechos civiles
sostenidos en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, expresada
y sustentada por los revolucionarios de 1789. Además, se condena
definitivamente la esclavitud proclamándose la libertad para todos los hombres.
Por otra parte, la declaración de derechos igualitarios ejerció una posterior influencia
sobre el ámbito educacional con la fundación de la denominada Escuela Moderna,
que en Francia logró su completa implementación alrededor de mediados del siglo
XIX, con la creación de las Escuelas Públicas a cargo del Estado.
Para abordar el tema de los sujetos pedagógicos de
la Modernidad es necesario referirnos a Jean Jacques Rousseau, autor de una
novela pedagógica titulada “Emilio o de la Educación” en el cual expone su
pensamiento filosófico-educacional que podría condensarse en el siguiente enunciado:
"no hay perversidad original en el pecho humano” [7], frase
que se puede complementar con otra de mayor difusión histórica: "el hombre
nace bueno; la sociedad lo pervierte". La primera parte alude a un hecho
connatural al hombre, dado por considerar a la bondad como cualidad propia de
la naturaleza humana. Para este pensador la
educación verdadera está reñida con la sociedad; en cambio, evidencia un
vínculo no explicitado entre "verdad" y "bondad" que
caracteriza la naturaleza del hombre.
La filosofía educacional propuesta por Rousseau sostiene
como premisas indubitables el "naturalismo", la
"libertad" y la "actividad" del niño; porque éste no es
"un hombre en pequeño" sino un sujeto con características propias e
intransferibles a la condición del sujeto adulto. Es por estas convicciones que se reconoce a
Rousseau como el introductor de la idea de “infancia” como categoría pedagógica
propia de la Modernidad.
Las
actividades educacionales deben dirigirse a alcanzar la verdadera formación del
sujeto, sin las perversiones que ofrece la organización sociopolítica de los
hombres. La educación debe centrarse sobre el niño (antecedente de un movimiento
posterior denominado paidocentrismo), para que éste alcance su pleno
desenvolvimiento natural. El niño es el gran soberano, es decir, quien
tiene todas las prerrogativas y a cuya formación y desarrollo natural deben
dirigirse los esfuerzos de los adultos.
Del
texto de Jafella se infiere que Rousseau instaló en el campo de la reflexión
educativa, el concepto de Infancia, que contiene en sí la configuración básica
de los sujetos pedagógicos de la Modernidad.
El objetivo
aquí no es analizar con detenimiento el pensamiento de Rousseau, sumamente
valioso tanto desde el punto de vista del Derecho, como sociológico, psicológico
(se lo considera el iniciador de la psicología genética) y pedagógico (se encuentran
en él las primeras expresiones de la escuela activa, derivadas de su concepto
de infancia) pero es pertinente confrontar su propuesta de una educación individual
aislada del contexto social, con un Emilio llevado al campo en compañía de su
preceptor para que crezca y se eduque en contacto con la naturaleza, con la
idea republicana de Diderot de instalar en el seno de la sociedad una red
social de escuelas públicas, orientado hacia la democratización de la enseñanza.
De esta
confrontación son deducibles las características del sujeto pedagógico de la Modernidad: un sujeto de derecho,
escolarizado, considerado en sus rasgos etarios, cuya herramienta fundamental
es la razón.
El sujeto
pedagógico de la Modernidad “va a la escuela”, institución organizada desde los
Estados Nacionales para garantizarse su formación como ciudadanos que se
integren a la sociedad en concordancia
con las líneas políticas propulsadas desde el ejercicio del poder.
No obstante
las intencionalidades educativas del poder, siempre chocan contra la racionalidad,
cualidad propiamente humana desde la cual emergen fatalmente las contracorrientes,
los desacuerdos, las argumentaciones, las vanguardias, en suma los cambios que
producen los desplazamientos de una hegemonía hacia otra y van marcando el
devenir de la historia.
Conclusiones:
-La vida en comunidad, los intercambios culturales, las
acciones educativas ejercidas entre las
personas, van configurando su subjetividad.
-Los sujetos sociales son a la vez sujetos pedagógicos. Cada
sociedad, con su cultura situada en un tiempo y en un espacio determinado
construye a los sujetos según su estructura, sus ideologías, sus creencias, sus
formas específicas de buscar, obtener y utilizar todo tipo de conocimientos.
-Inmersos e interactuando en la forma cultural de la
comunidad en que vive, cada sujeto se construye a sí mismo.
-La construcción de la subjetividad no es una elaboración universalmente válida
ni uniformemente lograda. Es el producto
de una dialéctica entre el sujeto y su tiempo, entre el yo y los otros.
-Por las cuestiones señaladas los sujetos pedagógicos son
históricos.
Bibliografía:
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[1] Compayré, Gabriel. Historia de La
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[2] Trabajo colectivo de especialistas
del Ministerio de Educación de Cuba bajo
la dirección del Instituto central de Ciencias Pedagógicas. Pedagogía,
La Habana, Editorial Pueblo y Educación
2da. Edición 1989
[4] Malet, A e Isaac, J. Los
Tiempos Modernos, Bs. As. Librería Hachette S.A. 1959
[5] Pérez Tapia. Claves para
una educación democrática, Madrid, Anaya , 1996
[6] Jafella,, S. Travesías
Filosóficas y Sociales de la Escuela
Nueva en Europa y Estados Unidos, La Plata, Ediciones Al Morgan, 2006
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