¡Bienvenidos!
Es un gusto recibirlos en mi cátedra de Pedagogía. Cuando lean estos pocos y breves párrafos ya nos habremos encontrado en el aula y ya les habré contado que soy la Profesora Susana Lerner.
Nuestros encuentros se producirán los días miércoles en el siguiente orden:
1º Ap de 7:45 a 9:45 hs.
1º Di de 9:45 a 11:45 hs.
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Nos espera un año de diálogos y lecturas compartidas, por tanto vamos a comenzar. En la clase del 28 de marzo trabajamos sobre un texto de Marta Degli' Innocenti titulado "Educación , Escuela y Pedagogía".
Nuestro próximo texto trata sobre la educación como una práctica social, que les adjunto a continuación:
La educación
es una práctica social
Los hombres y las mujeres somos seres que vivimos en
sociedad. De otro modo no podríamos subsistir. En la historia de la humanidad,
la educación, que es una actividad propia y exclusiva de la condición humana,
siempre ha estado presente, como un componente básico de la vida en comunidad,
inherente a la condición humana.
Tenemos los
hombres y las mujeres la cualidad única de producir cultura ¿Qué es la cultura? Todo lo que los
hombres y mujeres hacemos, creamos, inventamos. Cuando transformamos la
naturaleza, cuando creamos símbolos para comunicarnos, cuando nos hacemos
preguntas filosóficas, cuando producimos conocimientos científicos, cuando
creamos obras de arte, cuando desarrollamos tecnología y hasta cuando hacemos una rica torta para
agasajar a nuestros seres amados, estamos haciendo cultura.
De la
actividad cultual surge el conocimiento, que es lo que nos posibilita sobrellevar
nuestra vida.
-¿Cómo transmitimos la cultura de unas personas a las otras,
de una generación a otra?
-¿Cómo conservamos la cultura a través de los tiempos?
-¿Cómo transformamos la cultura para generas avances y
responder a las necesidades que nos va planteando la realidad siempre
cambiante?
Para eso está la educación. Es un
vehículo de la cultura, es la que teje las tramas sociales.
Concluimos en que es una práctica
social.
¿Cómo se lleva a cabo esta
práctica? La sociedad está organizada en
instituciones, que interactúan y cumplen
diferentes pero complementarias funciones.
En el caso de la educación, hay múltiples y variadas
instituciones que cumplen funciones educativas, más aún, no corremos el riesgo
de equivocarnos al decir que todas las instituciones sociales cumplen funciones
educativas.
Leemos en un antiguo libro de Pedagogía:
“La educación del hombre es una resultante
de múltiples y diferentes factores.
La familia, los amigos, las personas que nos rodean, la escuela, la
sociedad, toda, la naturaleza física del país en que se vive, los hechos que se
presencian, las conversaciones que se oyen, las creencias, las costumbres,
sugestiones múltiples, en fin, toda obra más o menos visiblemente sobre el
niño, hasta dejar en su alma tierna, huellas más o menos profundas , sin contar con las inclinaciones
o tendencias heredadas.
Difícil sería fijar hasta dónde esos factores, que se suman, se
contrarían o se equilibran, influyen en la formación de cada hombre, en el
desarrollo de sus facultades de todo orden, de sus aptitudes, de su carácter.
…La escuela es también uno de los factores más importantes de la educación,
el más importante quizá después de la familia. ”[1]
Invito
a leer al pie de página la fecha de edición del libro del cual se extrajo esta
cita. Con este manual de Pedagogía se
preparaban quienes a principios del siglo XX aspiraban al título de Maestro
Infantil. Sus afirmaciones son antiguas, tanto por las expresiones que se
utilizan, como por las concepciones a que hace referencia. Pero no por antiguo,
es texto encierra menos verdades.
A
lo largo de la carrera, leeremos textos más actualizados, pero hay conceptos
que configuran desde mucho tiempo atrás algunos principios básicos de la Pedagogía y por ende de
las Prácticas de la
Enseñanza, como éste al que hacemos referencia hoy, en esta
clase: la educación es una práctica social, siempre lo ha sido.
El sujeto social, el sujeto de educación
Hemos
dejado establecido en la parte 1 de esta clase, que la educación es una
práctica social, llevada a cabo por sujetos que además de educarse para
incluirse en algunas prácticas
culturales de su entorno, desarrollan su
vida en ese mismo entorno. Veamos cómo es esta cuestión de ser un sujeto social
y un sujeto de la educación a la vez.
La
categoría de sujeto social no se reduce a ser miembro de una clase social, ni a
ser un sujeto de la
educación. No significa que el sujeto social no sea a la vez
ambas cosas: miembro de una clase social y sujeto de la educación. No
obstante es clave entender que no se reduce sólo a ambas categorías. Para
profundizar la cuestión leemos a Nidia Buenfil Burgos:
“En
relación al sujeto
social, se propone lo siguiente:
Ø El
sujeto social se constituye en las prácticas sociales diversas – ideológicas,
políticas, económicas, jurídicas, etcétera - entre las cuales la ideológica atraviesa de lado
a lado este proceso de constitución mediante el ejercicio de interpretación[2]: el
sujeto no existe como tal previamente a su inserción en dichas relaciones de aquí que no posee una esencia presocial,
divina, racional, natural, teleológica ni transhistórica.
Ø
El sujeto
social se constituye mediante interpelaciones de diversa índole que aluden a
múltiples polos de identidad[3]:
puede tratarse de interpelaciones jurídicas, políticas, etcétera; puede hacerse alusión a polos de identidad múltiples (racial, de clase,
nacional, sexual, etcétera). De aquí que identificar al sujeto social con el sujeto de clase supone una
triple reducción: en primer término se restringe la multiplicidad de antagonismos
sociales al antagonismo clasista, en segundo lugar, se reduce la diversidad de
prácticas sociales en las que el sujeto se constituye, a una sola: la lucha de
clases (en su manifestación económica, política o ideológica)[4];
en tercer término se simplifica la complejidad y diferencialidad de los polos
de identidad que conforman al sujeto social, a uno solo: el de clase.
Ø
El sujeto social se constituye en
un proceso de sobredeterminación[5]
que implica la articulación compleja de diferentes posicionalidades, en torno a
un eje o núcleo cuyo referente de identidad es coyuntural. Lo específico de la
sobredeterminación es que en el proceso de articulación se conservan las
diferencias y su especificidad en tanto que identidades no reductibles entre
si. Este proceso no consiste en una mera yuxtaposición o añadido de posicionalidades,
sino en una estructuración u organización que se condensa en un momento
específico, en un núcleo articulador.
Con las tesis anteriores se ha pretendido sintetizar
los elementos positivos pertinentes para una construcción teórica compleja, y
presentar las objeciones frente al reduccionismo de clase como modelo para
conceptualizar al sujeto social.
En relación a lo educativo se
propone lo siguiente:
Ø
El
sujeto de educación se constituye a partir de la inserción en diversas
prácticas educativas que tienen lugar en
distintos espacios sociales: los
institucionales como la familia, la escuela, el partido, etcétera y los no institucionales de la vida
cotidiana. Estas prácticas y relaciones versan sobre contenidos y referentes
múltiples, están atravesados de lado a lado por una pluralidad de antagonismos
sociales y se organizan en torno a diversos objetivos y proyectos políticos. Concebir que educación
se identifica con escolaridad, supone un reduccionismo en muchos sentidos:
todas las posibles prácticas educativas aparecen
subordinadas a la didáctica, es decir, enseñanza y aprendizaje en el aula
(horarios, sanciones, notas, etcétera) en donde la relación
maestro-alumno se establece en términos de transmisión de conocimientos, de
normas de comportamiento, etcétera, prescritos y sistematizados; los contenidos
susceptibles de ser apropiados por los
sujetos que ahí se constituyen, se reducen a los privilegiados por el carácter de la institución escolar o aparecen
filtrados por sus marcos ideológicos y políticos. Todas las posibles prácticas y contenidos educativos se
limitan a aquellos que pueden aparecer cohesionados en torno a una
ideología heterogénea y unificada.
Ø
EI sujeto de educación se conforma
en las prácticas como sujeto activo en la medida en que las formas de
apropiación de las experiencias y contenidos implican el despliegue de su
capacidad creativa y constructiva, y no se reducen a su recepción pasiva. El
sujeto de educación se conforma frente al sujeto educador en términos de una
relación referencial reciproca, relativa e intercambiable: el educador es a su vez educado. Suponer que sujeto de educación y
sujeto educador se constituyen en términos de una pasividad frente a una actividad, de un recipiente frente a un transmisor, es desconocer
(y desaprovechar) la capacidad
creativa del primero. Concebir que hay una sola posibilidad de relación
referencial fija y para siempre, además de suponer que el sujeto
educador es de por sí el depositario del conocimiento, conduce a desperdiciar las capacidades orientadoras del sujeto de educación
y obstaculiza toda posible práctica de apropiación de nuevas normas,
valores, en fin, contenidos.
Ø
El sujeto de
educación se constituye en un proceso de
sobredeterminación, por lo tanto se conforma como un sujeto complejo, múltiple y diferencial, articulado en torno a un núcleo variable. Sobre esta
multiplicidad se entrecruzan además las determinaciones institucionales (cuando
se trata de prácticas escolares, religiosas, familiares, sindicales, etcétera)
y además por la diversidad de determinaciones de la vida cotidiana (sea
directamente, sea filtrada por los marcos institucionales).
Ø
Las
prácticas educativas son prácticas sociales en el sentido de que siempre están
marcadas por las determinaciones de la formación social en que se ubican y
porque introducen a los individuos a la multiplicidad contradictoria de las
ideologías vigentes en ella. Son prácticas particularmente ideológicas y
políticas en el sentido en que se verifican a través de procesos de
interpelación y otras prácticas ideológicas (desarticulación-rearticulación,
apropiación, etcétera, de contenidos, prácticas, etcétera, conformados en la red de relaciones de poder); y
en el sentido en que están atravesadas y
condicionadas por diversos antagonismos y tienen efectos sobre ellos, sea para actualizar y legitimar su
existencia, sea para cuestionarla y transformarla. Las prácticas educativas son constitutivas
de sujetos, y en ciertas coyunturas pueden jugar un papel
determinante en la conformación del sujeto social, aunque de manera conjunta
con otras prácticas sociales.
A partir de la exposición de estos dos grupos de tesis, pueden
observarse algunos rasgos comunes que
conciernen tanto a la constitución del sujeto social, como a la del sujeto de
educación.
Ø
Tanto el sujeto
social como el sujeto de educación se conforman a partir de prácticas en
espacios sociales diversos. Ambos se constituyen
particularmente mediante as Interpelaciones ideológicas que tienen lugar en un ámbito organizado por concepciones y valoraciones que se vierten en rituales, prácticas y convenciones,
etcétera. Cualquier práctica social es susceptible de conformarse como una
práctica educativa. Lo que establecería la distinción entre una interpelación
que constituye al sujeto social y una que
constituye al sujeto de educación es que en el primer caso, la interpelación
tiene que tener
un efecto sobre el agente interpelado, que lo constituya en sujetó de
dicha interpelación; en tanto que el segundo caso,
la interpelación puede no constituirlo
como sujeto social de dicha interpelación (porque la rechace)
pero sí constituirlo como sujeto de educación en la medida en que a pesar del
rechazo, el agente incorpore nuevos contenidos valorativos, conceptuales,
etcétera, que incidan en su práctica cotidiana
sea para transformarla, sea en el
extremo opuesto, para reafirmarla.
Ø
En la constitución del sujeto
social pueden tener un lugar preponderante las prácticas educativas. Para
pensar en torno a la conformación del sujeto social alternativo (democrático,
revolucionario, o lo que se quiera) cobra una especial importancia la
concepción que se tenga de las prácticas educativas. En la medida en que se
desarrolle una noción amplia y compleja tanto de dichas prácticas como de los espacios sociales en que tienen
lugar, mayor será la posibilidad de incidir en la constitución de dichos
sujetos sociales alternativos, ya que las interpelaciones orientadas a
lograrlo, penetrarán una multiplicidad de espacios que con frecuencia se
desconocen y desaprovechan cuando el concepto de educación y practica educativa
se restringe a lo escolar.
Como puede observarse, el objetivo central de las
proposiciones que acaban de ser expuestas, es abrir los parámetros dentro de los cuales se ha pensado
tradicionalmente la constitución del sujeto. En todas ellas hay un claro rechazo a lo que podría
llamarse un reduccionismo de clase, en
relación al sujeto social y en reduccionismo
escolar, en lo tocante al sujeto de educación. Ahora bien, las
objeciones que se plantean a ambas formas de reduccionismo, nos ubican
ya en un terreno de apertura ilimitada. No obstante, esta apertura positiva en
términos abstractos, puede conducir a una ambigüedad teórica o a una falta de
especificidad en términos de un análisis concreto. Ciertamente no es una
empresa fácil, hacer la crítica al reduccionismo y en ese mismo movimiento
teórico de apertura, plantear con precisión las delimitaciones que fijen el concepto. En este sentido,
intentaremos delinear algunos parámetros restrictivos que marquen la
especificidad de la constitución del sujeto (tanto social como de educación)
recurriendo a dos criterios: la asunción de una posición política y el espectro
de posibilidad que marcan las condiciones históricas (abundaremos sobre estos
parámetros en las conclusiones de esta investigación).”[6]
[1] Brunet, F y, Segghi G.M y
Alasia,F.S. Desarrollo del programa de Pedagogía. La Plata. Talleres Gasperini,
1913
[2] El
concepto de interpelación, incorporado por Althusser a la terminología marxista
y posteriormente desarrollado por autores corno Laclau, de lpola y otros, alude
a una práctica cotidiana en la cual un emisor nombra, define características
específicas con el objeto de que un receptor se sienta aludido por el apelativo
se reconozca en esas características. Los ejemplos clásicos
"Compatriotas', "Señoras y Señores" con que se inicia un
discurso anta un público, son, en términos de Emilio de Ipola, la "figura
retórica por medio de la cual el emisor de un discurso político 'nombra' a sus
auditores y al mismo tiempo procura establecer una determinada relación con
estos últimos" (1982, p. 112). La interpelación es un mecanismo
que constituye a los individuos en sujetos. Esta noción se ampliará en el
Capitulo 3º
[3] Las expresiones
"polo de identidad" y posicionalidad sólo pueden entenderse en la
medida en que se asuma la diferencia y especificidad de los múltiples
antagonismos que en una circunstancia histórica emergen en la escena política:
de clase, racial, sexual, generacional, nacional, etcétera. En relación a
dichos antagonismos se perfilan posiciones, rasgos y características
constitutivas del sujeto social.
[4] Esta
reducción aparece aún más marcada en aquellos autores que consideran que las
clases sociales se constituyen por el
lugar que los agentes ocupan en las relaciones de producción porque entonces la
constitución del sujeto se limita a las prácticas económicas.
[5]
La noción
sobredeterminación, acuñada en el terreno del Psicoanálisis (véase Laplanche y Pontalis: Diccionario de Psicoanálisis, Ed. Labor, Buenos Aires, 1971, pp. 431-433), es
incorporada al discurso marxista por Althusser (véase: "Contradicción y
Sobredeterminación" en La Revolución Teórica de Marx, Ed. Siglo XXI,
México, 1974). En términos de Althusser, se entiende por sobredeterminación la "acumulación de contradicciones, de las que algunas son radicalmente heterogéneas, (que)... no tienen el mismo origen ni el mismo sentido, ni el mismo nivel y lugar de aplicación y sin embargo se funden
en una unidad ruptural... sin disipar sus diferencias" (Op, cit. p 80 - 84). Por
sobredeterminación estaremos haciendo referencia entonces no sólo a una multicausalidad sino a una multiplicidad de
referentes cada uno con su especificidad, pero que aparecen condensados en una unidad. Esa condensación expresa la existencia de un
punto nodal o eje articulador, a la vez que conserva la diferencia.
[6] Buenfil Burgos, N. Debate sobre el sujeto en el
discurso marxista. Notas críticas sobre el reduccionismo de clase y educación.