domingo, 26 de febrero de 2012

Autonomía porteña


Desde el transcurrir de la vida provinciana, como millones de argentinos, miro hacia Buenos Aires, la ciudad autónoma y comienzan a aparecer imágenes de inundaciones, de tránsito complejo y confuso por sus calles inseguras, de una policía metropolitana cara e inoperante, de bici-sendas inútiles, de trenes subterráneos tan insuficientes como prometidos pero nunca construidos, de derrumbes, impuestazos, vetos en cantidades que dejan pensando qué clase de leyes podría sancionar la legislatura porteña que le vengan bien al jefe de gobierno, y como contrapartida del aumento a los funcionarios y a la educación privada, la mezquindad manifiesta respecto de la educación y la salud pública.
            La vida en la provincianía pasa por otros andariveles. Como en cualquier trama social, existen  problemáticas, algunas de las cuales son atendidas, otras aún no, pero el paisaje en las ciudades y pueblos del interior es muy diferente, tanto desde las conformaciones naturales como desde las culturales respecto de la gran ciudad.
La gran ciudad es  aquella que alguna vez fue llamada “la reina del Plata”, “la Capital Federal de la República Argentina” y a la que hoy llamamos “la ciudad autónoma”, denominación sobre la que es necesario reflexionar.
            Desde reconco me pregunto en qué consiste su autonomía. ¿Es autónoma del resto de país, no obstante ser el lugar de  residencia de las autoridades nacionales, donde se toman decisiones que impactan sobre todos los habitantes del país?
             Autonomía significa asumir todas las responsabilidades, regir el destino propio, tomar sus propias decisiones y hacerse cargo de sus consecuencias.
Extraña autonomía ésta, porque las decisiones que se toman no impactan solamente en la población estable de la ciudad. En principio porque a diario multitudes de personas viajan desde el conurbano para trabajar y estudiar en ella y sobre las cuales impactan tales decisiones. Este fluir constante de gente incluye a todos los que desde el interior del país viajan para hacer trámites, gestiones, compras y atender su salud en centros de alta complejidad no disponibles en sus poblaciones.
            Esta ciudad autónoma no es sólo de quienes habitan y trabajan en ella. La Casa Rosada, el Palacio de Justicia y el Congreso Nacional, entre otras instituciones la configuran como “la ciudad de todos los argentinos”.
            Entonces vuelvo a preguntar por la autonomía porteña, pero no la que se arroban sus elencos gobernantes, sino sus verdaderos alcances a nivel país.
            En suma:
-          Si la ciudad es de todos los argentinos porque  allí residen las autoridades nacionales,
-           Si las consecuencias de las gestiones de su gobierno autónomo impactan sobre la totalidad de la ciudadanía que habita suelo patrio,
Entonces, por qué la elección de sus autoridades está restringida a su población estable, sólo  a quienes viven en ella, trabajan, estudian y duermen cada día allí.
La ciudad es de todos los argentinos, razón que fundamenta que todos tengamos el derecho a votar cuando se trata de elegir sus autoridades. Desde el norte hasta el sur, desde el este hasta el oeste, todos los argentinos deberíamos votar al jefe de gobierno y a los integrantes de la legislatura porteña.
Desde el transcurrir de la vida  provinciana me pregunto por qué nos hemos quedado los argentinos sin nuestra Capital Federal, por que nos la reemplazaron por una ciudad autónoma que nos es cada vez más ajena.

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