Producción Prof.
Susana Lerner
Versión revisada
2012
Cuando se habla de ideología, se
está haciendo referencia a uno de los modos de ver las relaciones del
hombre con el mundo, las interpretaciones que desde allí surgen sobre la
realidad.
Poniendo el foco de atención en “uno de los modos…” expuesto en el
párrafo anterior, se comprenderá que la palabra ideología puede ser usada en
sentidos diferentes, tan amplios como decir que ella consiste en un conjunto de
creencias generales sobre el mundo y la sociedad, o tan restringidos como
decir que se trata de una Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación,
México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
falsa conciencia.
El origen del término nos remonta a
1801, en el período de la revolución francesa cuando Destutt de Tracy lo puso
en circulación, con el significado de ciencia de las ideas, tomando las ideas
con un sentido amplio, como estados de conciencia. La ideología surge como un
aspecto del sensismo (o sea de materialismo francés del S. XVIII) que reconocía
al análisis como único medio aplicado a la ciencia. Por tanto la expresión
“ciencia de las ideas” significaba en verdad “análisis de las ideas”. Para ello
las ideas tenían que descomponerse en sus elementos originarios: las
sensaciones. Las ideas entonces se derivan de las sensaciones. Se comprenderá
entonces que el proyecto consistía en tratar las ideas como fenómenos naturales
que expresaban la relación entre el hombre, organismo vivo y sensible, y su
medio natural de vida.
Para el conde Tracy el estudio de la ideología posibilitaba el
conocimiento de la verdadera naturaleza humana al preguntar de dónde provenían
las ideas y cómo se desarrollaban. Se trataba de un uso del término ideología
en sentido amplio.
Veamos el sentido restringido del
término, para lo cual es necesario recurrir a los planteos de Marx y Engels,
cuyas críticas a la ideología se basan en que las concepciones sobre la realidad son representaciones, modos
de pensar que no pueden fundamentarse racionalmente. Son supuestos, creencias
no justificadas que originan una conciencia falsa de la realidad.
Para Marx la ideología es el
conjunto de ideas (erróneas en su mayoría) cuya relación con la realidad es
menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su
estado de opresión.
Se produce una doble
universalización de las ideas. Por un lado da por universalmente válido sólo un tipo de relación social,
cuando en verdad existen relaciones sociales históricamente determinadas y
diferentes entre sí. Por otro lado presenta como valores universales para todos
los hombres, aquellos que sólo rigen para un grupo, en una situación
particular.
Esta universalización de las ideas
responde a intereses de clase. La ideología dominante es siempre la ideología
de la clase dominante. Cuando una clase social asume el poder presenta su
interés como el interés común de todos
los miembros de la
sociedad. Si bien Marx consideró en principio que no
necesariamente es una operación consciente que intenta engañar, sino que
responde a la firme convicción de manejar conceptos universalmente válidos;
Engels señaló que la falsedad de la ideología de debe a que los intereses que
oculta permanecen desconocidos.
Debemos entender que se trata de
intereses de la clase dominante, de todo aquello que la favorece para lograr o
conservar una situación de poder en la
sociedad, en un momento histórico determinado, propiciando o más específicamente
forzando la adhesión general.
“Al adherirse a ellos todos los individuos, acaban
aceptando el punto de vista de la clase dominante, dirigiendo su conducta por
sus valores, se someten mentalmente a las creencias que favorecen y expresan
los intereses de esa clase. Así, en la ideología el dominio real se disfraza y
aparece como si fuera exclusivamente un
dominio de las ideas, sobre las conciencias. El individuo cree obedecer en su comportamiento a ideas universalmente
válidas y en verdad obedece, sin saberlo, al orden de dominio de una clase.”[1]
Destutt de Darcy (1754-1836) representa la
ideología francesa, Marx (1818- 1883) y Engels (1820- 1895) representan la
ideología alemana. Se llega con ellos hasta el S XIX. En el S. XX la ideología es considerada como un problema
de comunicación social. Para Habermas, por ejemplo la ideología expresa la
violencia de la dominación que distorsiona la comunicación. Esta
distorsión es consecuencia de una razón instrumental que produce la ciencia y la tecnología como ejes de la
dominación social. Para salir de esta “trampa” es necesario instalar la
significación de la emancipación y de la liberación.
Se habla de ideología cuando una
idea es compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. Puede
tratarse de grupos pequeños y cerrados como las sectas, o de grupos mayores y
abiertos como un partido político.
La ideología interpreta y justifica
los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales a cuyos
intereses sirve. Existe una dialéctica entre las ideas y las necesidades
sociales, ambas indispensables para configurar una ideología. En esta línea y
siguiendo el pensamiento marxista se puede comprender que el papel de la
ideología es proporcionar un mínimo de consenso social necesario para justificar
el predominio de una clase sobre el resto de la
sociedad y del poder político y económico, por eso cuando una ideología
dominante no cumple eficazmente su función hace aumentar la tensión social, es decir la lucha de
clases, que contribuye a la crisis de un modo de producción y como consecuencia
su transición a otro modo de producción. Esto ocurre cuando hay una
inadecuación de la ideología dominante a nuevas condiciones o el surgimiento de
ideologías alternativas que entran en
competencia con ella, entonces se producen las crisis ideológicas, que terminan
con una transición hacia modelos diferentes que se vuelven hegemónicos.
Hacia 1998 el filósofo Jean Pierre
Faye denominó al Siglo XX como el siglo de las ideologías. El término
ideología, reservado en el Siglo XIX al debate intelectual, se convierte en el
Siglo XX en el vehículo de grandes movimientos sociales y de pensamiento, sobre
el soporte de grandes masas que son adoctrinadas por los nuevos medios de
comunicación: la propaganda, la violencia
y la represión.
Hacia finales del Siglo XX (1980- 1990) el concepto de ideología sufre
una devaluación por su inadecuación a los nuevos paradigmas intelectuales emergentes genéricamente llamados
posmodernos, que proponen un pensamiento débil, una ideología flexible y
acomodable a las situaciones de cambio desconcertante que ocurren en el período
de final de siglo y milenio (especialmente la caída del muro de Berlín y el
desmembramiento de la
Unión Soviética) Esta situación es recogida por Fukuyama “un
funcionario gris de la administración de Bush -politólogo también- que
pronuncia una conferencia con el título de Fin de la Historia, en la que dice:
“Ya está todo dicho, todo acabado…Estamos situados en el pensamiento liberal
como única salida para la
humanidad. No hay más que hacer. Seguiremos viviendo así. “La
historia ha terminado”[2]
.
Con esta conferencia Fukuyama
anuncia no sólo el fin de la Historia, sino también el fin de las ideologías y
su reemplazo por el pensamiento único, que no es más que otra ideología,
planteada como la única posible, de corte neoliberal.
No obstante la Historia continúa su
devenir y las ideologías continúan ofreciendo diversas representaciones del
mundo que se pueden adoptar sin análisis previo, por tradición familiar, por
sentido de pertenencia a una clase social, a un grupo social, por
obediencia a mandatos dominantes, por
miedo, por comodidad, por inconsciencia, por permitir ser masificado,
manipulado, etc. Pero también hay personas o sectores sociales que se
identifican con ciertas ideologías previo análisis crítico, con plena
conciencia, por concordar con los valores que se sustentan.
Adherir a una ideología depende de
actitudes personales y/o sociales, que la pueden convertir en posicionamientos
críticamente adoptados, o tradiciones adoptadas sin mediar el análisis y la reflexión sobre las mismas. Desde
las identificaciones que hacen de ella
los sujetos sociales, puede tratarse de
apropiaciones críticas o ingenuas.
Vamos a trabajar a partir de las identificaciones y la apropiación
crítica. Si bien el marxismo tradicional ha enfocado a la ideología desde
las relaciones de dominación, análisis posteriores la han entendido en un
sentido diferente, concibiéndola como creencias y discursos construidos para
satisfacer necesidades e intereses de grupos específicos, como por ejemplo de
la clase trabajadora, que les permite acceder a la posibilidad de desarrollar
una visión critica del mundo. Nótese que no nos estamos situando en el lugar de
la identificación, sino en el de la
construcción de la ideología, situándola en la tensión entre la dominación y la
participación y la crítica.
De tal modo se reconoce a la
ideología como un proceso activo ligado a la noción de lucha y que produce
significados acerca de la realidad
esclareciendo relaciones de poder e intereses. Así entendida se trata de
una ideología crítica, específica en
la medida en que funciona para resistir
la dominación de clases o cualquier otra forma de dominación. Posibilita
además identificar los contenidos de todas las otras formas de ideología y juzgar
la verdad o falsedad de dichos contenidos. Su verdad consiste en servir a intereses emancipatorios
de clase con la cualidad de ser
transformadora de la realidad. Esta cualidad establece un vínculo entre
ella y la participación humana. Esta participación implica servir para pensar y
actuar en favor de una existencia cualitativamente mejor.
Una ideología actúa en varios
niveles:
-a nivel de
experiencia cotidiana,
-a nivel de las
representaciones culturales.
-a nivel de los
mensajes de las prácticas materiales producidas dentro de las tradiciones
históricas, existenciales y de clase.
Vamos a intentar situar estos niveles en los ámbitos de la
escolarización y entonces nos preguntamos: ¿Cuál es la relevancia de la
ideología crítica para una teoría de la escolarización? Para encontrar una
respuesta es necesario explicar cómo se producen, reproducen y resisten las
experiencias y las tradiciones históricamente específicas en la vida cotidiana
de la escuela.
Identifiquemos primero los mensajes
tácitos contenidos en las rutinas diarias en la vida escolar y descubramos en
ellos los intereses emancipatorios o represivos a los que sirven estas rutinas.
Es interesante al respecto analizar el discurso de los docentes no sólo cuando
se dirigen a los alumnos, sino también cuando hablan de ellos con sus colegas o
con amigos y conocidos.
Es de igual relevancia analizar cómo
los docentes comprenden la relación entre capital cultural e ideología que
traen los alumnos (aunque corramos el riesgo de encontrar a veces que no hay
comprensión de ninguna especie, ni toma de conciencia al respecto de parte de
los docentes)
Asimismo es relevante para nuestra propia
comprensión indagar acerca de cómo los
estudiantes ven sus ideologías y su capital cultural como significativos
(aunque en este aspecto también corremos el riesgo de encontrar un nivel de
inconsciencia respecto de si mismos o aún de desvalorización).
En este punto creo necesario invitar
a la reflexión sobre la importancia de esta relación entre capital cultural e
ideología y a su toma de conciencia tanto de parte de los docentes como de
parte de los estudiantes, a los efectos de promover acciones participativas y
emancipadoras. Se hará posible de este modo
establecer otra relación entre el discurso y las prácticas educativas.
Tendrá esta relación un carácter dialéctico que permitirá concebir a la
ideología como algo más que una cuestión de discurso y lenguaje, tendrá también
el sentido de experiencias vividas en la vida diaria como elementos
constitutivos del sentido común.
Llevemos esta relación a la vida
diaria en el ámbito escolar, en el cual la ideología nos hará comprender las
relaciones sociales contenidas en el discurso educativo y las condiciones del
contexto sociohistórico en el cual se producen pudiendo develar el sentido de
los mensajes contenidos en el sentido común y ubicando históricamente los
intereses que los estructuran. Es necesario que educadores y estudiantes
desarrollen una conciencia histórica a partir de la ideología crítica para no
ser reducidos a meros portadores de la historia, sino que puedan asumir su
protagonismo explorando las condiciones que generan tales o cuales condiciones
en los diferentes contextos socio-históricos.
En toda reflexión crítica subyace la
dimensión ideológica que no sólo nos revela los valores históricos y sociales
que interviene en la construcción del
conocimiento, sino que fundamentan la producción misma de conocimientos.
Ubicamos la dimensión ideológica en
la esfera de la conciencia crítica que les genera a las personas la habilidad
de pensar dialécticamente, es decir tanto de ver críticamente el objeto de
análisis como el proceso implicado en el análisis que produce significados.
Concluimos en que la ideología constituye un proceso de producción,
representación y consumo de significados.
Tal proceso supone una comprensión
reflexiva de los intereses incluidos en él y de cómo estos intereses pueden ser
transformados, desafiados o mantenidos para promover dinámicas de pensamiento y
acciones criticas de transformación
social.
Es interesante descubrir que los
intereses no siempre tienden a la transformación social emancipatoria. Mediante
la ideología crítica también se pueden descubrir intereses que abonen la dominación.
¿Cómo evitar que la ideología sirva
a la dominación? Para ello hay que analizar los elementos ocultos en cualquier
objeto de análisis y revelar su función social. Tomemos por ejemplo la escuela,
el currículum y las relaciones sociales que por fuera de la ideología crítica,
no son objetos de análisis críticos.
Para desarrollar una teoría de
ideología y escolarización dialéctica es necesario reconocer que tanto los
individuos como las clases sociales son el medio y el resultado de las
prácticas y los discursos ideológicos.
De
estas prácticas y discursos resultan a
su vez, significaciones que se localizan tanto en las diferentes dimensiones de
la subjetividad y la conducta como en
los textos y prácticas del salón de clases que estructuran, limitan y posibilitan
la acción humana.
Para elaborar una teoría de la
ideología crítica se toman como principios de organización:
-la
reproducción
-la
producción
-la
reconstrucción
La
reproducción: Se hace necesario analizar los mensajes de los textos y prácticas
sociales inscriptos dentro de marcos históricos específicos y contextos
sociales, y descubrir como legitiman los intereses del orden social dominante.
Al respecto es interesante ver como desde la forma de estructurar los textos
escolares y las relaciones sociales del salón de clases se legitiman las formas
de aprendizaje que promueven la pasividad y el seguimiento de reglas impuestos
desde el ejercicio del poder. No se promueve el compromiso crítico de maestros
y estudiantes.
La
producción: (o mediación) Los textos son mediados
por sujetos humanos; los significados son siempre producidos por agentes
humanos cuando confrontan y comprometen formas culturales como los textos, las
películas y los paquetes curriculares. Por lo tanto habrá que analizar cómo son
mediadas las ideologías reproductivas en los textos y en las prácticas sociales
y habrá que tener en cuenta que la producción de ideología depende del capital
cultural de quien la produce.
La
reconstrucción: Se plantea en este aspecto el
problema de la apropiación y la transformación crítica. Entonces los intereses
que subyacen en los textos, representaciones y prácticas sociales serían
identificados, desarmados y reformados, es decir se haría una reconstrucción
que implicaría la apropiación de los elementos materiales útiles y su
reestructuración como parte de la producción de nuevas ideologías y
experiencias colectivas conducentes a la producción de conocimientos nuevos
vinculada a actividades transformadoras que permiten desarrollar formas de
praxis radicales dentro y fuera de las escuelas.
Teniendo en cuenta estos tres
principios se accederá a concebir la ideología como un constructo que permite
comprender cómo el significado es producido transformado y consumido por los
individuos y los grupos sociales. Es una herramienta para el análisis crítico que
investiga más allá de las formas que aparece el conocimiento del salón de
clases y las prácticas sociales. En consecuencia como constructor político la
ideología cuestiona:
A)
¿Por qué los seres humanos
tiene un acceso desigual a los recursos materiales e intelectuales que
constituyen las condiciones para la producción,
consumo y distribución de significados?
B)
¿Por qué ciertas ideologías
prevalecen en ciertos momentos y a qué intereses sirven?
Las respuestas a estos interrogantes
implican un análisis de las relaciones entre la cultura, el contexto
sociohistórico, las relaciones de poder y la capacidad de resistencia que tejen
la trama de las relaciones sociales en el marco de las construcciones
ideológicas de cada tiempo y de cada lugar.
“Como instrumento
pedagógico, la ideología resulta útil para comprender no sólo cómo las escuelas
confirman y producen significados, sino también cómo los individuos y grupos
los producen, negocian modifican o se oponen a ellos.”
Henry
Goroux
Bibliografía:
-Villoro, Luis. El concepto de
ideología en Marx y Engels. Univ. Autónoma Metropolitana Iztapalapa.
-Sotomayor Reina. Qué es el
pensamiento único, Córdoba, España, INET, 2006.
-www Gramsci.org.
-Massun, I. Las ideologóias en el
Siglo XXI, Bs. As, Ed. Métodos. 2007
-Capdevilla, N. El concepto de
ideología, Bs. As, Nueva Visión, 2006
-Jafella, S. Opinión Pública y
Mass media en la teoría social de Habermas, Bs. As, Ed. Almagesto, 2000
Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación,
México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
Me siento más cerca de la Filosofía, gracias......
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