jueves, 19 de abril de 2012

El devenir de la significación de la ideología


Producción Prof. Susana Lerner
Versión revisada 2012
 
            Cuando se habla de ideología, se está haciendo referencia a  uno de los modos de ver las relaciones del hombre con el mundo, las interpretaciones que desde allí surgen sobre la realidad.
            Poniendo el foco de atención en “uno de los modos…” expuesto en el párrafo anterior, se comprenderá que la palabra ideología puede ser usada en sentidos diferentes, tan amplios como decir que ella consiste en un conjunto de creencias generales  sobre el  mundo y la sociedad, o tan restringidos como decir que se trata de una Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación, México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
 falsa conciencia.
            El origen del término nos remonta a 1801, en el período de la revolución francesa cuando Destutt de Tracy lo puso en circulación, con el significado de ciencia de las ideas, tomando las ideas con un sentido amplio, como estados de conciencia. La ideología surge como un aspecto del sensismo (o sea de materialismo francés del S. XVIII) que reconocía al análisis como único medio aplicado a la ciencia. Por tanto la expresión “ciencia de las ideas” significaba en verdad “análisis de las ideas”. Para ello las ideas tenían que descomponerse en sus elementos originarios: las sensaciones. Las ideas entonces se derivan de las sensaciones. Se comprenderá entonces que el proyecto consistía en tratar las ideas como fenómenos naturales que expresaban la relación entre el hombre, organismo vivo y sensible, y su medio natural de vida.
Para el conde Tracy el estudio de la ideología posibilitaba el conocimiento de la verdadera naturaleza humana al preguntar de dónde provenían las ideas y cómo se desarrollaban. Se trataba de un uso del término ideología en sentido amplio.
            Veamos el sentido restringido del término, para lo cual es necesario recurrir a los planteos de Marx y Engels, cuyas críticas a la ideología se basan en que las concepciones  sobre la realidad son representaciones, modos de pensar que no pueden fundamentarse racionalmente. Son supuestos, creencias no justificadas que originan una conciencia falsa de la realidad.
            Para Marx la ideología es el conjunto de ideas (erróneas en su mayoría) cuya relación con la realidad es menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su estado de opresión.
            Se produce una doble universalización de las ideas. Por un lado da por universalmente  válido sólo un tipo de relación social, cuando en verdad existen relaciones sociales históricamente determinadas y diferentes entre sí. Por otro lado presenta como valores universales para todos los hombres, aquellos que sólo rigen para un grupo, en una situación particular.
            Esta universalización de las ideas responde a intereses de clase. La ideología dominante es siempre la ideología de la clase dominante. Cuando una clase social asume el poder presenta su interés como el interés común de todos  los miembros de la sociedad. Si bien Marx consideró en principio que no necesariamente es una operación consciente que intenta engañar, sino que responde a la firme convicción de manejar conceptos universalmente válidos; Engels señaló que la falsedad de la ideología de debe a que los intereses que oculta permanecen desconocidos.
            Debemos entender que se trata de intereses de la clase dominante, de todo aquello que la favorece para lograr o conservar una situación de poder  en la sociedad, en un momento histórico determinado, propiciando o más específicamente forzando la adhesión general.

“Al adherirse a ellos todos los individuos, acaban aceptando el punto de vista de la clase dominante, dirigiendo su conducta por sus valores, se someten mentalmente a las creencias que favorecen y expresan los intereses de esa clase. Así, en la ideología el dominio real se disfraza y aparece  como si fuera exclusivamente un dominio de las ideas, sobre las conciencias. El individuo cree obedecer  en su comportamiento a ideas universalmente válidas y en verdad obedece, sin saberlo, al orden de dominio de una clase.”[1]

             Destutt de Darcy (1754-1836) representa la ideología francesa, Marx (1818- 1883) y Engels (1820- 1895) representan la ideología alemana. Se llega con ellos hasta el S XIX. En el S. XX  la ideología es considerada como un problema de comunicación social. Para Habermas, por ejemplo la ideología expresa la violencia de la dominación que distorsiona la comunicación. Esta distorsión es consecuencia de una razón instrumental que produce la  ciencia y la tecnología como ejes de la dominación social. Para salir de esta “trampa” es necesario instalar la significación de la emancipación y de la liberación.

            Se habla de ideología cuando una idea es compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. Puede tratarse de grupos pequeños y cerrados como las sectas, o de grupos mayores y abiertos como un partido político.
            La ideología interpreta y justifica los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales a cuyos intereses sirve. Existe una dialéctica entre las ideas y las necesidades sociales, ambas indispensables para configurar una ideología. En esta línea y siguiendo el pensamiento marxista se puede comprender que el papel de la ideología es proporcionar un mínimo de consenso social necesario para justificar el predominio de una clase sobre el resto de la  sociedad y del poder político y económico, por eso cuando una ideología dominante no cumple eficazmente su función hace aumentar  la tensión social, es decir la lucha de clases, que contribuye a la crisis de un modo de producción y como consecuencia su transición a otro modo de producción. Esto ocurre cuando hay una inadecuación de la ideología dominante a nuevas condiciones o el surgimiento de ideologías alternativas  que entran en competencia con ella, entonces se producen las crisis ideológicas, que terminan con una transición hacia modelos diferentes que se vuelven hegemónicos.
            Hacia 1998 el filósofo Jean Pierre Faye denominó al Siglo XX como el siglo de las ideologías. El término ideología, reservado en el Siglo XIX al debate intelectual, se convierte en el Siglo XX en el vehículo de grandes movimientos sociales y de pensamiento, sobre el soporte de grandes masas que son adoctrinadas por los nuevos medios de comunicación: la propaganda, la violencia  y la represión.
            Hacia finales del Siglo XX  (1980- 1990) el concepto de ideología sufre una devaluación por su inadecuación a los nuevos paradigmas intelectuales  emergentes genéricamente llamados posmodernos, que proponen un pensamiento débil, una ideología flexible y acomodable a las situaciones de cambio desconcertante que ocurren en el período de final de siglo y milenio (especialmente la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética) Esta situación es recogida por Fukuyama “un funcionario gris de la administración de Bush -politólogo también- que pronuncia una conferencia con el título de Fin de la Historia, en la que dice: “Ya está todo dicho, todo acabado…Estamos situados en el pensamiento liberal como única salida para la humanidad. No hay más que hacer. Seguiremos viviendo así. “La historia ha terminado”[2] .
            Con esta conferencia Fukuyama anuncia no sólo el fin de la Historia, sino también el fin de las ideologías y su reemplazo por el pensamiento único, que no es más que otra ideología, planteada como la única posible, de corte neoliberal.
            No obstante la Historia continúa su devenir y las ideologías continúan ofreciendo diversas representaciones del mundo que se pueden adoptar sin análisis previo, por tradición familiar, por sentido de pertenencia a una clase social, a un grupo social, por obediencia  a mandatos dominantes, por miedo, por comodidad, por inconsciencia, por permitir ser masificado, manipulado, etc. Pero también hay personas o sectores sociales que se identifican con ciertas ideologías previo análisis crítico, con plena conciencia, por concordar con los valores que se sustentan.
            Adherir a una ideología depende de actitudes personales y/o sociales, que la pueden convertir en posicionamientos críticamente adoptados, o tradiciones adoptadas sin mediar el análisis  y la reflexión sobre las mismas. Desde las  identificaciones que hacen de ella los sujetos sociales, puede tratarse de  apropiaciones críticas o ingenuas.
            Vamos a trabajar a partir de las identificaciones y la apropiación crítica. Si bien el marxismo tradicional ha enfocado a la ideología desde las relaciones de dominación, análisis posteriores la han entendido en un sentido diferente, concibiéndola como creencias y discursos construidos para satisfacer necesidades e intereses de grupos específicos, como por ejemplo de la clase trabajadora, que les permite acceder a la posibilidad de desarrollar una visión critica del mundo. Nótese que no nos estamos situando en el lugar de la  identificación, sino en el de la construcción de la ideología, situándola en la tensión entre la dominación y la participación y la crítica.
            De tal modo se reconoce a la ideología como un proceso activo ligado a la noción de lucha y que produce significados acerca de la realidad  esclareciendo relaciones de poder e intereses. Así entendida se trata de una ideología crítica, específica en la medida en que funciona para resistir  la dominación de clases o cualquier otra forma de dominación. Posibilita además identificar los contenidos de todas las otras formas de ideología y juzgar la verdad o falsedad de dichos contenidos. Su verdad  consiste en servir a intereses emancipatorios de clase con la cualidad de ser  transformadora de la realidad. Esta cualidad establece un vínculo entre ella y la participación humana. Esta participación implica servir para pensar y actuar en favor de una existencia cualitativamente mejor.
            Una ideología actúa en varios niveles:
-a nivel de experiencia cotidiana,
-a nivel de las representaciones culturales.
-a nivel de los mensajes de las prácticas materiales producidas dentro de las tradiciones históricas, existenciales y de clase.

            Vamos a intentar  situar estos niveles en los ámbitos de la escolarización y entonces nos preguntamos: ¿Cuál es la relevancia de la ideología crítica para una teoría de la escolarización? Para encontrar una respuesta es necesario explicar cómo se producen, reproducen y resisten las experiencias y las tradiciones históricamente específicas en la vida cotidiana de la escuela. 
            Identifiquemos primero los mensajes tácitos contenidos en las rutinas diarias en la vida escolar y descubramos en ellos los intereses emancipatorios o represivos a los que sirven estas rutinas. Es interesante al respecto analizar el discurso de los docentes no sólo cuando se dirigen a los alumnos, sino también cuando hablan de ellos con sus colegas o con amigos y conocidos.
            Es de igual relevancia analizar cómo los docentes comprenden la relación entre capital cultural e ideología que traen los alumnos (aunque corramos el riesgo de encontrar a veces que no hay comprensión de ninguna especie, ni toma de conciencia al respecto de parte de los docentes)
            Asimismo  es relevante para nuestra propia comprensión  indagar acerca de cómo los estudiantes ven sus ideologías y su capital cultural como significativos (aunque en este aspecto también corremos el riesgo de encontrar un nivel de inconsciencia respecto de si mismos o aún de desvalorización).
            En este punto creo necesario invitar a la reflexión sobre la importancia de esta relación entre capital cultural e ideología y a su toma de conciencia tanto de parte de los docentes como de parte de los estudiantes, a los efectos de promover acciones participativas y emancipadoras. Se hará posible de este modo  establecer otra relación entre el discurso y las prácticas educativas. Tendrá esta relación un carácter dialéctico que permitirá concebir a la ideología como algo más que una cuestión de discurso y lenguaje, tendrá también el sentido de experiencias vividas en la vida diaria como elementos constitutivos del sentido común.
            Llevemos esta relación a la vida diaria en el ámbito escolar, en el cual la ideología nos hará comprender las relaciones sociales contenidas en el discurso educativo y las condiciones del contexto sociohistórico en el cual se producen pudiendo develar el sentido de los mensajes contenidos en el sentido común y ubicando históricamente los intereses que los estructuran. Es necesario que educadores y estudiantes desarrollen una conciencia histórica a partir de la ideología crítica para no ser reducidos a meros portadores de la historia, sino que puedan asumir su protagonismo explorando las condiciones que generan tales o cuales condiciones en los diferentes contextos socio-históricos.
            En toda reflexión crítica subyace la dimensión ideológica que no sólo nos revela los valores históricos y sociales que interviene  en la construcción del conocimiento, sino que fundamentan la producción misma de conocimientos.
            Ubicamos la dimensión ideológica en la esfera de la conciencia crítica que les genera a las personas la habilidad de pensar dialécticamente, es decir tanto de ver críticamente el objeto de análisis como el proceso implicado en el análisis que produce significados. Concluimos en que la ideología constituye un proceso de producción, representación y consumo de significados.
            Tal proceso supone una comprensión reflexiva de los intereses incluidos en él y de cómo estos intereses pueden ser transformados, desafiados o mantenidos para promover dinámicas de pensamiento y acciones criticas de transformación  social.
            Es interesante descubrir que los intereses no siempre tienden a la transformación social emancipatoria. Mediante la ideología crítica también se pueden descubrir  intereses que abonen la dominación.
            ¿Cómo evitar que la ideología sirva a la dominación? Para ello hay que analizar los elementos ocultos en cualquier objeto de análisis y revelar su función social. Tomemos por ejemplo la escuela, el currículum y las relaciones sociales que por fuera de la ideología crítica, no son objetos de análisis críticos.
            Para desarrollar una teoría de ideología y escolarización dialéctica es necesario reconocer que tanto los individuos como las clases sociales son el medio y el resultado de las prácticas y los discursos ideológicos.
            De estas prácticas y  discursos resultan a su vez, significaciones que se localizan tanto en las diferentes dimensiones de la subjetividad y la conducta  como en los textos y prácticas del salón de clases que estructuran, limitan y posibilitan la acción humana.
            Para elaborar una teoría de la ideología crítica se toman como principios de organización:
-la reproducción
-la producción
-la reconstrucción
La reproducción: Se hace necesario analizar  los mensajes de los textos y prácticas sociales inscriptos dentro de marcos históricos específicos y contextos sociales, y descubrir como legitiman los intereses del orden social dominante. Al respecto es interesante ver como desde la forma de estructurar los textos escolares y las relaciones sociales del salón de clases se legitiman las formas de aprendizaje que promueven la pasividad y el seguimiento de reglas impuestos desde el ejercicio del poder. No se promueve el compromiso crítico de maestros y estudiantes.
La producción: (o mediación) Los textos son mediados por sujetos humanos; los significados son siempre producidos por agentes humanos cuando confrontan y comprometen formas culturales como los textos, las películas y los paquetes curriculares. Por lo tanto habrá que analizar cómo son mediadas las ideologías reproductivas en los textos y en las prácticas sociales y habrá que tener en cuenta que la producción de ideología depende del capital cultural de quien la produce.
La reconstrucción: Se plantea en este aspecto el problema de la apropiación y la transformación crítica. Entonces los intereses que subyacen en los textos, representaciones y prácticas sociales serían identificados, desarmados y reformados, es decir se haría una reconstrucción que implicaría la apropiación de los elementos materiales útiles y su reestructuración como parte de la producción de nuevas ideologías y experiencias colectivas conducentes a la producción de conocimientos nuevos vinculada a actividades transformadoras que permiten desarrollar formas de praxis radicales dentro y fuera de las escuelas.

            Teniendo en cuenta estos tres principios se accederá a concebir la ideología como un constructo que permite comprender cómo el significado es producido transformado y consumido por los individuos y los grupos sociales. Es una herramienta para el análisis crítico que investiga más allá de las formas que aparece el conocimiento del salón de clases y las prácticas sociales. En consecuencia como constructor político la ideología cuestiona:
A)     ¿Por qué los seres humanos tiene un acceso desigual a los recursos materiales e intelectuales que constituyen las condiciones para  la producción, consumo y distribución de significados?
B)     ¿Por qué ciertas ideologías prevalecen en ciertos momentos y a qué intereses sirven?

            Las respuestas a estos interrogantes implican un análisis de las relaciones entre la cultura, el contexto sociohistórico, las relaciones de poder y la capacidad de resistencia que tejen la trama de las relaciones sociales en el marco de las construcciones ideológicas de cada tiempo y de cada lugar.

“Como instrumento pedagógico, la ideología resulta útil para comprender no sólo cómo las escuelas confirman y producen significados, sino también cómo los individuos y grupos los producen, negocian modifican o se oponen a ellos.”
                                                                                                    Henry Goroux
           
Bibliografía:

-Villoro, Luis. El concepto de ideología en Marx y Engels. Univ. Autónoma Metropolitana Iztapalapa.
-Sotomayor Reina. Qué es el pensamiento único, Córdoba, España, INET, 2006.
-www Gramsci.org.
-Massun, I. Las ideologóias en el Siglo XXI, Bs. As, Ed. Métodos. 2007
-Capdevilla, N. El concepto de ideología, Bs. As, Nueva Visión, 2006
-Jafella, S. Opinión Pública y Mass media en la teoría social de Habermas, Bs. As, Ed. Almagesto, 2000
Giroux, H. Teoría y resistencia de la educación, México, Siglo XXI editores, 1992, 3º reimpresión.
                       
                       
 

                       
           


[1] Villoro, Luis. El concepto de ideología en Marx y Engels. Univ. Autónoma Metropolitana Iztapalapa
[2] En Álvarez de Sotomayor Reina. Qué es el pensamiento único, Córdoba, España, INET, 2006

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